Corbata Roja

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El muchacho con el pulcro traje negro y corbata roja se hallaba separado de la multitud, justo en una esquina.

Quería un momento a solas.

No iba a ir caminando por todos lados como alma en pena como muchos, y solo se quedó mirando todo a su alrededor, como un búho, atento por la noche a cualquier sonido que llamase su atención.

El sentimiento, ese sentimiento lúgubre que se hallaba a su alrededor le hacía sentirse...reticente a toda comunicación. Pero tampoco es que la gente se le acercara a hablar. Todos le ignoraban por alguna razón. Es lo mejor para él, pensó, a partir de hoy haría nuevamente lo posible para terminar eso de que le ignoren.

No fue hasta la hora de ir a despedirse del difunto que decidió moverse. Que afortunado que su espera no haya sido demasiada, había llegado justo a tiempo para observar todo un momento y luego ir a donde debería. No tenía mucho tiempo que digamos, y quería retirarse del lugar rápidamente.

Se fue acercando, sin despegar su vista del féretro en el que se hallaba esa persona, el escalofrío que recorría su espalda le hacía sentirse tanto emocionado como aterrado. No sería fácil ver ese rostro...

Ese rostro...

A mitad del camino alentó su paso, ahora llenándose de algo parecido al terror.

¿A quién era que estaba a punto de ver?

Gente con la que chocaba dirigía su mirada hacia donde se suponía que estaba él y luego de echar un vistazo se alejaban, un tanto impactados.

¿Por qué reaccionaban así?

Ya con la emoción carcomiendo su psique, dio un vistazo dentro de la caja esta.

Y ahí estaba.

Su rostro blanco y pálido con labios azulados.

Era....era....

El chillido de una mujer hizo que se diera la vuelta, y vio como todos los presentes se veían escandalizados por su presencia, ahora si, dándole importancia.

Notándolo mas de lo esperado. 

El frío que el muchacho sentía lo tragó por completo y este se recostó en el suelo como pudo. Le faltaba el aire.

Ver a su hermano, el miembro más querido de la familia, sin vida, era sobrecogedor.

Después de todo, los dos compartían el mismo rostro.

Era como si estuviera viendo su mismo cadáver.

Tenía una especial y bien guardada admiración por el muerto, el cual siempre había hecho lo correcto, siendo elogiado por sus padres, querido. Él, por otra parte, era la débil sombra de su hermano más dotado de gracia e inteligencia y comenzó a pensar en una manera mas eficaz de que al fin le dieran la atención tan ansiada, llegando a la conclusión de que siendo como él ya no sería tan menospreciado por todo su mundo. Lo imitó a tal punto de copiar hasta sus costumbres más insignificantes, había terminado siendo una réplica casi perfecta de este. Ser gemelos le beneficiaba mucho en su misión. Todo iba bien en su vida académica y hasta recibía felicitaciones de parte de sus padres por estar siguiendo el ejemplo. Felicitaciones que lo alentaron como nunca ya que fueron las primeras que escuchaba hacia el desde hace mucho. Y ahora su modo de ser aceptado se había ido. Su hermano había decidido que vivir no era suficiente, sin toda la atención de sus padres puestas en el,  haciendolo perfecto y quizo llamar nuevamente la atención al suicidarse, al menos algo así fue lo que la policía les dijo a sus padres, así lo entendió, justo después de revisar la escena del crimen y tener una charla con ellos, mientras nuestro protagonista se escondía para saciar su curiosidad acerca del asunto.

La verdad era que a pesar de estar haciendo bien su trabajo de ser como el hijo perfecto de la familia en absolutamente todo aspecto que pudo, aun no lo notaban tanto como quería. Le afecto un poco demasiado que, después de un tiempo lo regañaran por imitar a su hermano tan bien. Hasta causó, antes de la muerte de este, que ambos discutieran fuertemente por la identidad individual de cada uno.

¿Acaso imitarlo era tan malo? ¿Admirarlo a tal punto de querer ser IGUAL a él? ¡Era su manera de elogiarlo!

Su vida estaba empezando a verse borrosa a partir de ahí. 

El sentimiento de insuficiencia lo abarcó un día, y los celos tan bien ocultos en su interior lo llenaron y se mezclaron con otros pensamientos malévolos que le hicieron llegar a ser el Caín de esta historia, no pudo mas con el sentimiento atormentador, lo mataba por dentro y ahora mismo se lo estaba llevando a donde quiera que fuese Abel.

Había fallado su misión de parecerse a su hermano, aún peor, él mismo lo había arruinado!

En su estado, y con la culpa volviendole algo más loco de lo que ya estaba. Espero algo de tiempo antes de decidir arreglar su catastrófico error. Se cortó un punto esencial de su cuello igual como lo hizo con su gemelo, y mientras se desangraba cubrió la sangre en su camisa con una corbata roja  para estar presentable al ir donde su hermano.

Casi a punto de exhalar su ultimo aliento, pensó en que ahora si estaba cumpliendo de manera apropiada eso de imitar bien a su hermano. ¡Al fin veía las mismas reacciones hacía él!

Corbata RojaWhere stories live. Discover now