Mi dulce Alex.

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Mi dulce Alex.

¿Acaso hay algo mal en añorar sentirse amado? ... ¿Tiene algún sentido odiarnos a nosotros mismos, y a nuestros semejantes?Finalmente y después de todo, todos somos humanos. Respiramos, sentimos y nos comunicamos, el odio es solo una de muchas emociones.

Aún no comprendo ¿cómo es que sucedió? Era perfecto, ÉL era perfecto. Su sonrisa, la manera en que reía, como se le iluminaba el rostro cada vez que nos veíamos, sus adorables mejillas sonrosadas. Todo cambió ese día, aquel triste catorce de Septiembre, usualmente nos encontrábamos afuera del supermercado, a las dos en punto, claro que nadie además de nosotros lo sabía, era un secreto. La sociedad aún no aceptaba nuestro amor.

Esperé, esperé por horas, eran las dos en punto y luego fueron las cinco con trece minutos, y así la hora fue aumentando; las seis, las ocho con veintiún minutos, incluso hasta las tres de la mañana. Me preocupé, era normal que los Yiungs desaparecieran.

Mi amado era un Yiung, hace ya unos años hubo una accidente nuclear en toda China, un desafortunado incidente, que afectó a aquellas personas cercanas al lugar , y durante cuarenta años, dado que la radioactividad aún no bajaba: aquellas personas que intentaban acercarse, en un intento de ayudar, morían irremediablemente.
Personalmente yo no le veía el problema. Los Yiungs desarrollaron sentidos más agudos y una comprensión distinta del mundo, se les podía reconocer por los ojos, los tenían de colores neón y amarillentos.

Muchos escaparon de China, fueron a otros países, buscando refugio. Muchas puertas se cerraban en negación, el ser humano suele tenerle miedo a lo diferente y desconocido, y eso siempre ha sido y será un grave error.

Volviendo a la actualidad, la situación de los Yiungs había mejorado, pero seguía igual de decrepita la ley que los "protegía"...  ¡Cada año habían más de doscientos asesinatos!

Estaba preocupado, y rezaba porque mi amado no fuera una víctima de esos atroces crímenes impulsados por la ignorancia.

Caminé, en las penumbras, y sentí un dolor punzante en el pecho, un dolor insoportable que me comía las entrañas. Corrí desesperado mientras tropezaba con mis propios pies, se me dificultaba el respirar, mis ojos soltaban lágrimas a montones, no me importaron los gritos de las personas a las cuales empujaba. Nada ni nadie era más importante que mi amado.

Y ahí... Tirado en el campo de flores, con los ojos cerrados y la piel pálida, estaba mi Alex. Mi dulce y amable Alex, mi servicial y adorable Alex. El cual ahora yacía muerto entre sus margaritas, y rosas.

Lloré, lloré día, y noche hasta que mis lágrimas no pudieron más, y cuando estas se secaron no hubo manera de aliviar mi dolor, sufrí en silencio.

¿Hay alguna razón para estos crímenes?Por culpa de la ignorancia y el miedo, murió mi alma gemela, deseaba que nunca más nadie sintiera el profundo dolor que hoy me mataba lentamente.

Cerré los ojos y decidí dormir para siempre.

Mi dulce Alex, nos veremos otra vez.

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Aún no lo edito, espero que comprendan el verdadero mensaje de este texto.

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