Devoción (POV Omega)

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"La devoción es la entrega total a una experiencia, por lo general de carácter místico. Es también la irresistible atracción hacia una idea, una persona, un rey, un santo, un dios, una persona amada o un ser vivo."  


I

Siento pena de aquellos que nunca hayan experimentado el llamado de alguna obsesión para corromper su alma y volcar su existencia en adoración de tal persona u objeto. Peor aún, siento pena de aquellos carentes de alguna baja pasión, por más leve o enferma que ésta sea. ¿Qué será de ellos mientras yo me dejo consumir por las llamas de mi locura? Siento lástima de su hastío, incluso casi los compadezco, aunque parezcan más felices en su ignorancia. Yo no cambio un sólo segundo de este infierno ni por toda una existencia de suave y mullido cielo. Necesito sentir el ardor en mi piel. Necesito éstas mil agujas haciéndome estallar el corazón. Lo necesito a él.

La Iglesia ha cometido un grave error en su alocada carrera por conseguir adeptos: usa el sufrimiento desde el enfoque incorrecto. ¿Qué tiene de atractivo ver al dolor como algo malo e indeseable? ¿Y por qué insisten en darnos una visión de perfecta paz en el Cielo cuando bien sabemos que, a la larga, tanta calma dejaría de ser deliciosa y se convertiría en un auténtico tormento? No podríamos soportar una eternidad de paz pero, en cambio, sí podríamos encontrar el placer en nuestro infernal suplicio. Viví añorando el mítico paraíso, sintiendo culpabilidad y remordimiento al no creer merecerlo, pero él me abrió los ojos y me mostró montañas más allá del horizonte; me hizo adentrarme hacia ese bosque inexplorado y oscuro donde siempre me habían advertido que no debía ir. Encontré claros iluminados por las lunas de sus ojos y jardines fragantes de su aliento cuando con su bella voz entonaba los versos para nuestro Arcángel de oscuridad.

Sin embargo, al desatar mis deseos reprimidos y liberar a mi corazón y mente de su prisión de temor, mi fe se volcó, apasionadamente, hacia mi mentor, aquel que cantaba letanías sin cesar al ritmo de mi guitarra. Me pregunté entonces, ¿qué me llevaría más rápido al Infierno? No ser fiel a mi Señor o la enfermiza obsesión que tenía por quien me despertó a la oscuridad, el Papa Emeritus III. Cualquiera de ambas cosas, esperaba que fuese rápida porque la agonía de mi secreto se hacía insoportable con el pasar del tiempo.

En mi intensa búsqueda de respuestas, acudí a una vieja iglesia, buscando no la expiación de mis culpas, sino el desahogo de mi secreto, cuyos ecos empezaban a regurgitar en mi garganta cual espuma producida por efecto de algún veneno. Entré en el viejo edificio con mi aspecto de ghoul, aterrorizando a cuanto humano encontré. Mi vista se quedó suspendida un instante en el enorme crucifijo que yacía sobre el altar. Mis ojos trazaron la ruta de sus heridas y vino a mí un verso de aquella maravillosa canción, que decía: "I can see through the scars inside you". Y Jesús, ¿era capaz de ver a través de mis heridas, tal como yo lo hacía al contemplar su cuerpo martirizado? ¿Era capaz de ver mi sufrimiento a través de mi diabólica coraza?

-De todos los lugares donde creí encontrarte, jamás pensé que sería éste.

Papa Emeritus III había pronunciado esas palabras a mis espaldas. Su voz produjo una vibración metálica en todo el lugar, su voz que recordaba la de alguien mucho mayor y que tenía algo que producía tranquilidad y deleite. De inmediato me di la vuelta, condicionado por el simple hecho de haberlo escuchado, como si debiera estar a la espera de alguna orden. Lo blasfemo de su aspecto resultaba aún más evidente en la enorme iglesia solitaria, pero era la blasfemia justamente la que hacía resaltar la majestuosidad del sitio donde nos encontrábamos y lo ponía a él en medio de todo, como la figura central de una atrevida pintura de algún artista excomulgado.

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