God's Will.

Prólogo.

Varsovia, Polonia.

25 de Febrero de 2016.

A quién corresponda:

Al principio, creí que podríamos hacerlo. Cuando el virus funcionó en los experimentos 100 a 200; pensé que estábamos en el camino correcto.

Nos llevó un tiempo darnos cuenta de que nunca lo estuvimos.

Parecía una excelente idea. Una alternativa. Lo único que debías hacer era morir. Y, si tu familia tenía suficiente dinero, te convertías en un afortunado miembro del programa. El virus Beatha sería inyectado en tus venas, a la espera de un milagro, a la espera de que tu corazón volviese a latir. ¿Qué sociedad no querría una droga experimental que permitiera este lujo?

La humanidad no se creó a si misma. La vida tiene un ciclo. Nacemos, crecemos, envejecemos, y eventualmente, morimos. Nadie es eterno. Nadie debería serlo.

No somos Dios, ni siquiera podemos seguir intentando serlo.

Sé que nunca quisimos hacer el mal. Pero, como bien se ha dicho, de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, ¿verdad?

Ahora me doy cuenta de que hicimos las cosas erróneas desde el principio. Debimos dejar morir a todas esas personas.

Aún recuerdo al pequeño niño. El número 136. Su actividad cerebral se reanudó, todo iba según lo indicado. Entonces abrió los ojos. Eran celestes, y sus pupilas estaban dilatadas.

Sin embargo, algo no andaba bien. Algo faltaba.

No tenían vida.

Sucedió con cada uno de los sujetos. Despertaban, durante algunos segundos, y luego quedaban en algo semejante a un coma. El resto de los médicos han decidido, contra mi voluntad, que continuarán evolucionando el estúpido virus. Me siento culpable. Debería haberlos detenido al comienzo. Esto siempre fue una locura. La ambición nos cegó.

Aunque no es nuestro único problema, ¿sabes? Se... se supone que no tengo permitido hablar sobre eso.

Sólo diré que la vida como la conocemos no durará mucho más. Se nos saldrá de las manos. Hemos cometido un error, y ya no hay manera de remediarlo. No queríamos hacerlo. Joder, perdón. Perdón.

Patryk Kaluza.