Capítulo 1

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Desperté. Al fin lo hice, mis ojos se sentían entumecidos y empalagosos. No había sentido algo igual nunca antes. Parpadeaba sin parar, una y otra vez, sentía un chasquido cada vez que lo hacia, estaban húmedos y extrañados de estar abiertos.

Una chica apuesta se acercaba a mí, con una sonrisa de oreja a oreja. Puso su mano lentamente en mi mejilla caliente por el calor infernal de ese extraño lugar, ella simplemente me beso. Sentia su extraña lengua helada y como piedra, dentro de mi boca.

¿Desperté? , por fin lo he hecho. Que sueño más extraño. Miro mi en torno aun acostado en la cama, lo aseguro, estoy en mi casa. Me levanto y justo en frente veo mi reflejo, en el espejo. Todo empieza a temblar y mi desconcertación vuelve. Soy un tonto, simplemente un tonto sin sentido. Vivo justo en frente de las vías del tren. Mi rojiza cara se acerca a la ventana. Grite.

¡JODER!-El sol lastimaba mis ojos, haciéndolos cada vez más pequeños, forzándolos a cerrarse.

En ese tren había un problema, se había detenido por completo justo en frente. Había un problema definitivamente, habían dos hombres reclamando e insultándose entre sí en uno de los vagones del tren, soltando toda clase de demonios por la boca. Uno de los hombres era mi padre, me fije con dificultad por el puto sol incandescente.

¡Papa!-Exclame. Parecía imposible que me escuchase. Abrí la ventana y no paraba de decirle puras burradas para que se detuviera, que no se metiera en problemas. Mientras el otro tipo cansado de discutir, puso su mano en el lado izquierdo de su cintura y saco una navaja. Mis ojos se secarían de lo abiertos que estaban e inmediatamente salí disparado hacia la puerta. Ellos no parecieron escucharme, mucho menos verme...

Ese hombre clavo la navaja en mi padre como si no se tratase de un ser humano. Frente a mis ojos, no tenia palabras para decir algo en ese entonces, solo gritaba y corría desesperadamente. Por mal adjetivo, la figura de mi padre fue desapareciendo eminentemente por la distancia. El tren había arrancado, a velocidades que mis piernas jamás iban a poder alcanzar.

¡Desperté!, ¿de nuevo?. Mi respiración no era normal, tome mi cabeza apretando mi cabello. Sollozando por no saber lo que me estaba pasando. Las pequeñas gotas de sudor que corrían por mi frente, eran como pequeñas diamantinas ante los rayos del sol que salían por la ventana.

Un señor extraño con calvicie se encaminaba hacia mí. El solo se detuvo secamente. Me miro, y empezó a hojear unos papeles que tenía en su mano. ¿¡QUE CARAJOS ERA ESTO!?, un extraño en mi casa ¿Y COMO?

-¿¡QUIEN ES USTED!?-Grite, más que todo para asegurarme que el si me escuchara. Solo me miro con perjuicio.

-Tu doctor.- Respondió extrañado, como si ya fuese otra persona. Continuo- Vine a decirte que tus piernas han sido depositadas donde lo has pedido.

-¿¡QUE!?-Tocaba todo mi cuerpo extrañado de lo que podía estar sucediendo. Nervioso. Toque mis piernas y no estaban. Empecé a gritar con todas mis fuerzas-¡QUE ME HA PASADO!, ¿¡QUE ES ESTO!?- Mi presión arterial comenzaba a agitarse, mientras lloraba por tal martirio. Unas enfermeras aparecieron de repente y como si nada a ''Calmarme''.

-No empiece con sus pataletas, Señor Monroe.-Dijo el doctor como si de un chiste se tratase. Enseguida retracto su frase, aclarando su garganta- Lo siento, rabietas.

Comencé a calmar mis ''pataletas'' sin piernas, pero aun agitado y sollozando.

-Anteriormente usted dijo que había enviado mis piernas a un lugar, ¿a qué lugar?, no entiendo nada.- El doctor me vio con lastima, e inhalo y exhalo en un gran suspiro.

-Enviaste tus piernas a quemar, o hacer cualquier cosa con ellas. No querías ser superior a tu hermano, el no las tiene, y tú querías brindarle su apoyo.

Fruncí el ceño totalmente desconcertado, seque mis lagrimas. El doctor lleno de amabilidad, me tendió su mano con los papeles, para que viera mi firma, el pedido y la razón. Todo era exacto a lo que él me había comentado. Aun no podía creérmelo. ¿PORQUE RAZÓN HARÍA ALGO ASÍ? Y si lo hiciera... ¿PORQUE RAZÓN NO ME ACORDARÍA?.

Cierro mis ojos fuertemente, con la esperanza de que esto fuese un sueño, de nuevo un sueño... Siento un pequeño pinchazo en mi pecho y los abro lentamente, no consigo ver nada. Es como estar dentro de un ataúd. Acaso.... ¿los muertos pueden soñar?

Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora