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Cuatro de Octubre de 2027.
11:00 p.m.
Caernavon, Hungría.
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Las criaturas sobrenaturales no existen.
Ahí esta, lo dije. Y lo volví a decir, y lo volví a decir.
Ojalá me lo pudiera creer.
"Piensa Clarissa, piensa." Me repetía una y otra vez mi conciencia, en un intento fallido de razonar una oración que me pareciera coherente. No me podía estar pasando esto a mi, Clarissa Wolvenstark, una adolescente normal de 17 años.
Creo que normal debería estar saliendo de mi vocabulario dadas las circunstancias.
Un grito desgarrador sale de mi garganta. Ya no puedo estar más aquí, mi cerebro y mi instinto me piden a gritos que salga, si tan solo supiera cómo.
Maldito sea el momento en que salí de mi rutina a la fuerza, maldito sea el día en que me despedí de mi familia, maldito sea el día que el destino me unió con él.
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Cuatro de octubre de 2027
7:00 a.m.
Canterlock, Virginia.
Jamás se ha inventado sonido más ensordecedor que el de una alarma. Entra por un oído, taladra todo tu sistema auditivo y luego ya despiertas. Medio sorda y aturdida, pero despiertas. Ahora imagínate la sordera que sale de la combinación entre los gritos de una hermana mayor desesperada y una máquina de taladro auditivo, también conocido como despertador.
— Clarissa levántate, no tenemos mucho tiempo.— Dice este espécimen de humano que suelo llamar hermana.
¿Ustedes creen que me moví?
Obviamente no se la iba a dejar tan fácil. Me voltee hasta el otro lado de la cama.
—Mhmm, déjame dormir— Balbuceé como pude. Los lunes uno no se despierta de buenas. Y mucho menos de la manera en la que me despertaron a mí.
— Bueno, te dejo dormir, al fin y al cabo no está Gunther Pavlovich en la cocina...— Dice Cassandra saliendo de mi cuarto lo más rápido que puede.
Secuencia de alerta en mi cerebro, activada.
— ¡¿Qué está quien?!— Me levanté tan rápido como pude, por lo cuál terminé cayendo de la cama, tropezando con la pata, y dándome de cara al piso estrellando mi nariz lo más fuerte que pude. Ojalá y no esté rota. Digo, no es la mejor nariz del mundo, pero si esta Gunther Pavlovich en la cocina, prefiero no verme como Rodolfo el reno.
Me paré y vestí tan rápido como pude. Dios, esto no me puede estar pasando.Mi amor platónico desde tercero de primaria está en la cocina y yo parece que me pasó una aspiradora por la cabeza. Salgo de mi cuarto en dirección a la cocina, voy tan rápido como mis pies me lo permiten sin correr, ya que sonaría por toda la casa y el podría pensar que estoy ansiosa por verlo. Lo cual es muy cierto, sólo no queremos que se de cuenta tan fácil.
Entro a tropezones a la cocina, y me doy cuenta que, no existe Gunther Pavlovich en este lugar al que llamo casa. Todo fue obra de Cassandra.
Te odio pedazo de queso que dejaron a pudrir.
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Possesive
Vampire-Oh no muñeca- me respondió cuando quise soltarme de su agarre. Sentí como se acercó hasta quedar a la altura de mi oído. -Ahora mismo Cass estás jugando con fuego, y ¿no te dijeron que te puedes quemar?-...