—
Vamos a quitarte esto
—
sugirió mientras trabajaba en el lazoalrededor de su cuello. Él suspiró cuando se la quitó, relajándose un poco sobre la cama, y Lissianna decidió desembarazarse de la suya también.
—
¿No está mejor así?
—
preguntó, deslizando la tela de seda de su cuello. El hombre comenzó a asentir, pero entonces se paró y frunció el ceño hacia ella, mientras desabotonaba los tres primeros botones de su camisa.
—
Sería mejor aún si me desataras.Lissianna sonrió divertida por el modo en que él estaba luchando contra sí mismo, entonces intentó distraerlo pasando ligeramente sus dedos por el trozode pecho que había dejado al descubierto. Para su satisfacción, un escalofrío lorecorrió cuando sus largas uñas arañaron gentilmente su piel desnuda. Aquella tarea de la seducción estaba resultando ser más fácil de lo que se había temido.
—
Desátame
—
él intentaba permanecer firme, pero era obvio que su corazón no tenía la voluntad de ir tras el deseo de ser libre.Sonriendo sabiamente, Lissianna movió sus dedos a lo largo de la tela que había sobre su cinturón.La acción provocativa puso a los músculos de su estómago a galopar y soltó el aliento con un pequeño silbido.
—
Qué demonios
—
aspiró
—
. Hay cosas peores que ser un esclavosexual.