One-shot

1.5K 160 98
                                    

Ese día, si, ese día mi vida cambio por completo. Sus ojos azules llenos de vida como el océano cristalino, sus cabellos rubios sedosos, su risa contagiosa, su personalidad tan alegre, todo de él me cambio la vida e hizo que fuera lo que hoy soy.

Todo el tiempo que pasé con él fue increíble, por fin sentí que comenzaba a vivir con sentimientos propios y no los que me inculcaba mi familia; acciones propias, pensamientos propios y sobretodo consecuencias propias, pero no me arrepiento de haberle conocido.
Y si me ofrecés tú tiempo te contaré sobre nuestra agridulce historia de amor entre un preso y la médica en prácticas de la cárcel.

•~•~•

Todo comenzó un frío día de invierno, exactamente un 21 de enero por la mañana. Yo iba por primera vez a trabajar en lo que siempre había querido, aunque solo de prácticas por la carrera.

Era una dulce joven de 24 años decidida a vivir su vida como siempre había querido aún desobedeciendo las órdenes de sus padres controladores. Y no es que fuéramos la típica familia de millonarios que solo quería que su hija prosperara en el negocio de su familia o en un trabajo bien valorado, simplemente éramos una familia de clase media que ni vivía bien ni vivía mal, pero eso no cambiaba el hecho de que mis padres controlaran mi vida. Puede que porque se criaron de forma diferente o por su cultura, no lo sé y es posible que ahora nunca lo sepa pues ya no están conmigo.

Pero eso ya no importaba cuando llegué allí, una de las cárceles más peligrosas del país. Si, pedí allí las prácticas aún sabiendo lo peligroso que sería, pero gracias a mis notas y a mi comportamiento en clase aceptaron después de muchos ruegos. Todavía recuerdo a la directora de la universidad discutiendo con el responsable de la prisión por teléfono, era bastante divertido ver como sus gruesas cejas se unían al fruncir el ceño formando un unicejo.

La prisión era grande, de ladrillos y hormigón, descuidada y con vallas electrificadas, o eso ponía en los carteles. Era como la típica cárcel de las películas solo que por dentro era más moderna y limpia, sobretodo la enfermería donde yo trabajaría todos los días durante unos cuatro meses pues eso duraban mis prácticas, pero había posibilidad de que me contrataran después.

Señorita (T/A), por aquí por favor. –uno de los guardias me guió por el lugar enseñándome los lugares hasta mi lugar de trabajo.

Era una gran sala blanca, suelo de azulejos blancos, paredes blancas, con 6 camillas con sábanas blancas y de buena calidad, ventanas grandes tapadas por cortinas de color crema, un gran escritorio lleno de papeles y bolígrafos, posiblemente ya sin tinta y al lado de este había una pequeña mesa de madera con un sobre blanco también en el que escrito con una hermosa tipografía ponía: "Para la joven (T/N) (T/N)".

Abrí ese sobre pensando que sería una simple carta de bienvenida, pero no, no era así.
Esa carta la tengo siempre cerca pues cada vez que la leo me recuerda a aquella época de felicidad, y esta dice así:

"Querida (T/A),
Nos alegramos de que se una a nuestro equipo pues solo estoy yo y son demasiados los presos que vienen.
Pero debo advertirla de que es posible que sufra agresiones de cualquier tipo por lo que le rogamos que no salga de la enfermería pues no hay lugar más seguro que ese.
Hay un botón azul encima de mi mesa por si algo sucede, yo estoy con un preso que se ha roto varios huesos en el hospital más cercano, volveré lo más rápido que pueda.

Un saludo por parte de tu nuevo jefe Kiku Honda. Y como último aviso, no hable más de lo necesario con los presos mientras no esté."

Pensaréis que no es para tanto la carta, pero en ese momento, en tu primer empleo como prácticas te dijeran que los presos podrían agredirte no era algo que tranquilizara mucho y lo de que no hablara más de lo necesario tampoco me daba mucha seguridad.

I love you forever... [América x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora