Parte Única

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El cielo estaba grisáceo y la lluvia caía a montones por la ciudad. De todos modos, no era un momento agradable para que estuviera soleado; menos en la situación en la que estaba metido Tom...

Desde la ventana de la sala de esperas del hospital podía ver a la gente corriendo para evitar mojarse con la bonita lluvia que caía cada vez más fuerte y seguido.

—¿Solo parientes de Tord Larsson? —la enfermera encargada en ese turno apareció por la puerta de entrada a las habitaciones. Tom se levantó enseguida y corrió donde ésta— ¿Qué es de él?

El ojinegro lo meditó por un momento. ¿Padre? No, no parecía más mayor que Tord. ¿Hermano? No, se notaba que no había similitud entre ellos.

—Soy su novio, por favor... Dígame que está bien.

—Sígame, señor. Y así lo verá usted mismo —la enfermera condujo al castaño por un pasillo en total silencio y con habitaciones de puertas blancas. Cada vez que creía que se acercaba a su destino, se le revolvía el estómago.

Se detuvieron frente a una de las miles de puertas blancas, con la inscripción "239-A LARSSON" y la enfermera tocó la puerta. Por lo visto había más gente dentro.

Ésta se abrió por dentro, dejando ver a un doctor algo joven.

—Es el novio del paciente Larsson, o eso afirma. Quiere ver el estado del paciente —dice la enfermera para retirarse.

Tom entró a la habitación casi vacía, viendo sólo una camilla y... a Tord en ella, con sus ojos cerrados y manos vendadas. Tenía múltiples cicatrices en el rostro, que algunas aún destellaban aquél líquido rojo: la sangre. El ojinegro se sintió culpable por ello, y se cubrió la boca con culpabilidad.

FLASHBACK.

Eran las 23:56 de la noche. Tord y Tom entraron borrachos a la casa. Se tambaleaban de un lado a otro, mientras el de sudadera roja acababa un cigarrillo y lo pisoteaba. Al estar muy borrachos, no tenían percepción de la realidad –o eso creían–, y el par siguió avanzando por la oscura casa.

—Eh, Commie, hip —Tom comentó intentando mantener el equilibrio— ¿Tú me, hip, amas?

El noruego sonrió con disimulo.

—Claro que sí, pequeño Tom —dijo, confiando en que el otro estaría tan borracho y despertaría con una jaqueca insoportable que no recordaría lo que había dicho— ¿Tú me amas a mí?

—Claro, hip —dijo con un hilo de voz el ojinegro.

El noruego tomó las manos del inglés, tal como en las teleseries y películas que había visto hace tiempo y le miró.

—¿Entonces por qué no somos pareja? ¿Qué dices? —soltó el de sweater rojo seguido de una risa. Amaba cuando Tom estaba borracho que no percibía entre lo real e irreal.

—S... Espera —Tom pareció volver a la realidad unos pequeños segundos y soltó las manos de Tord— No, yo te odio. Destruiste... Destruiste todo, heriste a Matt y... Y no, estúpido commie.

La cara de Tord mostraba confusión, pero a la vez dolor. ¿Por qué nunca la vida permitía que ellos dos estuvieran bien, al menos unos segundos?

Tom rió levemente, y pareciendo estar nuevamente borracho, se fue a dormir con la poca percepción de la realidad que tenía.

×

A la mañana siguiente, el inglés se despertó con una jaqueca horrible. Levantándose para ir al baño por una pastilla para el dolor de cabeza, salió al pasillo, el cual estaba en completo silencio.

Al llegar al cuarto de baño, vio un caos total. El espejo del baño estaba completamente trizado, con los pedazos en el suelo, había sangre por el suelo y sobre el lavabo. Y para finalizar, una figura estaba enroscada en el suelo, inconsciente; a quien localizó de inmediato que era Tord.

Con desesperación se arrodilló a su lado, sacando el teléfono móvil con nerviosismo y marcando el número de urgencias. Se veían múltiples cortes en las manos y brazos de Tord. Su rostro estaba casi bañado de ese líquido carmesí llamado sangre, que se confundía con el color de la sudadera del herido.

A los pocos minutos, un transporte de urgencias hizo sonar el claxon y las sirenas y dos hombres derribaron la puerta entrando al hogar con una camilla en manos.

Subieron a Tord a ésta, preguntando al ojinegro qué había sucedido. Sin embargo, él no tuvo nada que responder, pues no recordaba casi nada ni había sido testigo de la escena que ocasionó Tord.

FIN FLASHBACK.

Ahora, el de sweater azul se encontraba solo, mirando el cuerpo de Tord que estaba conectado a miles de aparatos y tubos respiratorios. Según había explicado el doctor antes de irse, había perdido mucha sangre y era casi imposible que sobreviviera a algo así. No había bastado con todo el suero y las bolsas de sangre que trajeron las enfermeras y sólo quedaba esperar.

Tom aferró la mano de aquel amienemigo que tuvo hace tiempo. En el fondo de su mente, sentía que debía haber hecho algo hace tiempo y no haber esperado a este momento; el haberse declarado.

Era cierto, pues, el inglés sentía leves sentimientos hacia Tord luego de que se fue. Semanas después de su partida, se dio cuenta lo mucho que lo quería a pesar de negarlo frente a todos.

No quería admitirlo, por orgullo propio, pero así tal supo que tampoco era bueno guardarse las cosas.

Un leve apretón de manos hizo volver a Tom a la realidad. Tord tenía los ojos semi abiertos; intentaba abrirlos con algo de dificultad.

—¿Tord? Por mi santa Susan, despertaste —Tom mostró una leve sonrisa de emoción, mientras pequeñas lágrimas se acumulaban en los ojos profundos de éste— Todo fue mi culpa... Mira cómo estás...

—T-Tom... Tú... No te culpes —dijo Tord sonriendo frágilmente— Yo hice... Todo... Todo esto...

—Pero yo me tomé a juego todo, en realidad no te odio, Tord... —sollozó el inglés.

—¿Entonces...?

—Tord, te amo... Que lo sepan todos, que lo sepa Edd, Matt... Todos. Me hice pasar por tu novio sólo por venir a verte —Tom ya no aguantó las lágrimas y se echó a llorar aferrado a la mano del noruego.

—Entonces... ¿eso q-quiere decir que... Somos pareja...? —Tord habló con un hilo de voz.

—Sí, Tord, sí —asintió el inglés repetidas veces, ya sin aguantar las lágrimas. Aferró más su mano a la de el de sweater rojo, acariciándola.

Tord esbozó una sonrisa sincera y más alegre, acumulando toda energía y alegría en ella.

—No sabes cuánto me alegra oír eso... Como tus últimas palabras... Mi pequeño Tom.

Dando todo de sí... Dando su último aliento para aquellas palabras, el noruego finalmente dejó de sufrir y existir en el mundo por siempre, con aquella sonrisa imborrable.

—¿Qué? No, no... Tord, por favor despierta —Tom veía con sus ojos completamente llorosos a su amado Tord Larsson.

Un constante pitido comenzó a emitirse de los aparatos conectados al –ahora– inerte cuerpo de Tord.

Las enfermeras entraron corriendo e intentaron echar a Tom de la sala. Sin embargo, éste mantuvo su mano siempre aferrada a la de Tord, confiando en que volvería a respirar.

Se quedó siempre con él.

Hasta el último momento.

Hasta el último suspiro.

Hasta que Tord Larsson dejó el mundo para siempre.

—— ♡ ——

Dedicado a ZafiroLove, -LolaReaping- y -Dxiichu ♡.

❛ say goodbye. ٬٬ ❪❪ tomtord. ❱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora