Se hablaba mucho de aquel muchacho que desde la temprana edad de nueve años, nunca había sido vencido en los duelos de espada. Un día, la historia llegó a oídos de un protagonista de libro de aventuras de esos que siempre consiguen cosas imposibles; y este, seguro de sí mismo porque era protagonista, se enfrentó al muchacho, que por aquel entonces contaba ya diecinueve años.
Y el caso es que le venció, porque si nunca había sido vencido es porque nunca había participado en ningún combate. Nadie dijo que fuese invencible, solo un no vencido.