El hombre de mis sueños.

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Solía decir que nunca sería capaz de serle infiel a mi novio, que eso solo lo hacían las malas personas a las que les gusta jugar con los sentimientos de las personas o la gente que no tenía el valor para decirle a su pareja que ya no lo quería.

Hasta que lo conocí a él, el hombre de mis sueños.

Técnicamente no soy infiel, se que nunca estaré realmente con ese hombre. El solo vive en mis sueños, y desde que lo hace me encanta soñar.

Soñé que lo conocí en un hermoso parque lleno de rosas, él estaba leyendo "Orgullo y prejuicio" y yo leía un clásico de Shakespeare, "Hamlet". La página que leía se había desprendido del libro, luego la siguieron unas cuantas más hasta que el libro entero salió volando de mis manos, en camino hacia él. Levantó la vista hacia mi y me sonrió, desperté antes de poder devolverle la sonrisa.

Aunque es el hombre de mis sueños, no se como es su rostro, siempre que lo veo lleva un antifaz plateado que me impide reconocerle completamente, su cabello está cubierto por un sombrero negro y por alguna razón nunca soy capaz de distinguir el color de sus ojos.

Desde ese primer sueño a los catorce el me acompaña por las noches, me consuela si estoy triste o me ensancha la sonrisa si estoy feliz, me aconseja cuando no se que hacer y me apoya en mis decisiones cuando más lo necesito.

Nadie aparte de mi sabe de su existencia, y nadie la sabrá jamás. Llevo casi diez años junto a el y no podria ser mas feliz al soñar. No importa cuantos novios tenga, ninguno sería capaz de llegar a ser como el, besar como el, hablar como él, o hacerme sentir como él lo hace. Por eso renuncie a los chicos reales hace meses.

Hoy estoy decidida a saber cómo es su rostro, a saber si lo he visto en la realidad o mi mente es la responsable de tan hermosa y perfecta creación.

Me recuesto en la cama, me cubro con la sábana y cierro los ojos, no tardó mucho en pasar de este mundo a mi mundo perfecto.

Lo veo, entre toda la multitud bailando el vals el resalta gracias al reflector que lo ilumina en el centro de la pista. Me dirijo hacia él, haciendo resonar mis tacones en el repentino silencio de la sala, me detengo a un metro para admirar su traje completamente blanco con camisa negra y corbata plateada, a juego con su antifaz y sombrero. El acorta la distancia entre nosotros y hace una reverencia.

-¿Me permite esta pieza, señorita? -Extiende la mano-

-Claro, señor. -imito su inclinación y acepto su invitación.

Bailamos, solo Dios sabe cuánto tiempo. Bailamos hasta que los pies comenzaron a doler, él me dio un giro y se inclinó hacia mí, a punto de besarme.

Este es el momento, me digo.

Retiro una de mis manos de su hombro para arrastrar hacia atrás su antifaz y sombrero, descubro un corto cabello castaño oscuro y unos hermosos ojos verdes.

Mi nuevo color favorito.

Solo que esos ojos verdes no me miran con el amor que yo esperaba, esos ojos verdes trabajan en conjunto con sus perfectas facciones para crear una mueca de enojo, el más puro enojo que he visto en mi vida, el susto es tan grande que me despierto enseguida.

Intento volver a dormir, pero se me hace imposible. Después de muchas vueltas en la cama, varios capítulos de Gossip Girl en Netflix y un par de pastillas para dormir, el sueño vuelve a mi cuerpo. Pero no soñé.

Semanas, ¡Semanas! sin soñar. Parece una pesadilla en la realidad. No Quiero comer, no quiero ir a trabajar, solo quiero dormir con la esperanza de volverlo a ver.

Por fin logro soñar, pero no como suelo hacerlo. Sigue siendo un sueño lúcido, sigo estando consciente de que estoy soñando, pero ya no puedo controlar lo que hago, soy simple y llanamente una espectadora.

El sueño es como el último que tuve hace semanas, el mismo vals, las mismas parejas, el mismo traje que lleva puesto y los mismos movimientos de baile. En el momento en que él se inclina y mi mano empieza a dirigirse hacia su antifaz, todo empieza a suceder en cámara lenta mientras intento detenerme, no quiero cometer el mismo error otra vez. No quiero perderlo otra vez.

Pero falló en el intento y todo sucede igual, sus ojos inyectados en odio, sus facciones contraídas con enfado, y despierto con el mismo dolor en el pecho.

Solo que el dolor es real esta vez, no algo metafórico. Espero unos segundos a que mis ojos se adapten a la cegadora luz y dirijo mi mirada hacia mi pecho, hay una mano sosteniendo el puñal que tengo clavado bajo el seno derecho. Levantó la vista para encontrarme a un hombre encapuchado con la mirada baja, clavada en el puñal que me hipnotizó hace unos segundos.

Por alguna razón, el dolor se detiene, al igual que mi respiración y lo único que siento es la necesidad de ver su rostro. Dirigí mi mano hacia su mentón para levantarlo delicadamente. El aire que había retenido se me escapa de inmediato al reconocerlo.

Es él.

Él.

Pero al contrario que en mis sueños, no tiene una expresión de odio en su bello rostro, sino uno de inmensa tristeza.

Con el pulgar seco una de sus lágrimas y acaricio su mejilla, él acepta mi caricia e inclina su rostro aun mas hacia mi mano como un gatito consentido. Me mira fijamente y suelta el puñal para atrapar mi rostro entre sus manos, apartando la mía.

-Lo siento -me dice suavemente con la misma voz que en mis sueños; masculina y encantadora sin llegar a ser grave y las lágrimas vuelven a recorrer su rostro-. Pero tenía que hacerlo... te amo.

No me importo nada mas que él y la alegría que sentía por oír esas palabras, acerco su rostro sutilmente y yo sin pensarlo lo bese.

Lo bese sin remordimientos, sin limites, disfrutando de sus labios, su aliento, sus jadeos después de algunos minutos de aumento de intensidad y su tacto delicado en mi cuello y rostro. Besaba aun mejor que en mis sueños.

Me recosté por instinto, para intentar ir a la siguiente base, pero cuando él se inclinó sobre mí clavando aún más profundo el puñal, causando que volviese a sentir el dolor desgarrador y lanzará un fuerte grito, por el cual se separó rápidamente. Vi el cubrecama sobre mis piernas, estaba lleno de sangre al igual que mi pijama.

-¡Espera! ¿cómo te llamas? -exclame apenas vi que se levantó en dirección a mi ventana y sacaba una pierna por esta.Mi miro sorprendido por un segundo y luego respondió a mi pregunta con inseguridad y suavidad.

-Romeo -sacó el cuerpo por completo y escuche su grito al caer once pisos para el suelo .

-Romeo... -digo para mi misma, recostándome de nuevo para mirar al techo y sintiendo como la punta del puñal rasgaba la sabana bajo mi cuerpo-. Irónico que me llame Julieta.

Agarra el puñal y lo saque bruscamente, causando que aún más vida se me escapase en forma de sangre por la herida- Supongo que será un nuevo final para la obra de Shakespeare -cierro los ojos y contengo la respiración.

Ya no la necesito.


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