Despertar a los 16

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Mis sueños comenzaron a ser nebulosos y no los podía controlar, mis pulmones comenzaron a arder, mi cabeza martillaba y el molesto pitido que escuchaba no mejoraba mi malestar, sentía que electricidad recorría mi cuerpo quemando cada célula, cada tejido, cada órgano de él, solo quería gritar, pero mis labios estaban sellados y mi garganta estaba seca, había una luz que traspasaba mis parpados y que quemaba mi retina, cada segundo era peor que el otro, solo quería que la agonía terminara, quería volver a dormir, sin embargo eso no sucedería, me estaban despertando, después de 16 años reemplazaría a mi hermana, a los 16 años yo nacería.

Después de horas, ya cuando no aguantaba más, cuando pensaba que explotaría si nadie hacia algo, abrí mis ojos y tomé aire por primera vez, tan desesperada que casi caigo de la camilla, alguien me sostuvo, cerré los ojos de nuevo, la maldita luz blanca me había segado, no llevaba ni siquiera un minuto viva, o despierta mejor dicho, y ya odiaba algo, comencé a respirar rápidamente, el horrible pitido comenzó a sonar con mayor intensidad, alguien me estaba poniendo algo que tapaba mi boca y nariz, comencé a entrar en pánico, "quiero respirar, por favor, déjenme respirar" intentaba decir pero nada salía de mis labios, algo húmedo corría mis mejillas, lágrimas me suministro mi mente, ese "algo" eran lágrimas y corrían sin menor vergüenza.

- Tranquila, tranquila, no pasa nada- alguien me decía- te estay poniendo una mascarilla con oxigeno.

Oxigeno, elemento químico con número químico 8, formula molecular O2, gas incoloro, inodoro, insípido, es muy reactivo y es esencial para la respiración, mi cerebro suministra nuevamente.

- Ahora debes inhalar y exhalar, profunda y lentamente- la misma voz me guiaba- inhala 1,2,3 y exhala muy lento- al hacerle caso, mi cuerpo comenzó a relajarse y yo también- muy bien, lo estas haciendo muy bien, ahora vas abrir los ojos, lentamente para que la luz no te ciegue, ¿está bien?- eso me lo podría haber dicho antes pensé, pero aún así asentí- lento, muy lento, exactamente, así mismo- me elogiaba como a un niño pequeño, aunque técnicamente no llevaba mucho tiempo "viva", así que tan mal no estaba.

Lo primero que vi fue la maldita luz blanca, pero después de algunos segundo pude centrar mis ojos en algo más, bueno en realidad, en alguien más. Un hombre de unos cuarenta y tantos años, piel extremadamente pálida, ojos grisáceos y cabello negro, me miraba fijamente, con una pequeña sonrisa en sus labios.

- Hola Ama,- me dijo sin darme pausa para responder- soy el doctor Reinald, quien estuvo a cargo de tu bienestar todos estos años, es un gusto verte despierta- ahora su sonrisa era más pronunciada, sus dietes casi encandilaban.

- Ho...ho...hol...- no puede seguir un ataqué de tos me invadió, mi garganta ardía como el infierno, como si hubiera tragado piedras y aún estuvieran ahí. El doctor Reinald me levantó un poco y me ofreció un vaso con algo dentro.

Agua, sustancia cuyas moléculas están constituidas por un átomo de oxigeno y dos átomos de hidrógeno, líquido inodoro, insípido e incoloro, indispensable para la vida, también puede hallarse en estado sólido o en estado gaseoso, componente de mayor abundancia en el planeta tierra. Mi cerebro debería de dejar de hacer eso.

Intentar tomar el vaso era todo un desafío, mi brazo no se movía de la forma que esperaba, estaban pesados y no podía exactamente decernir a que distancia estaba el vaso de mi mano para poder tomarlo con seguridad. Comencé a desesperarme nuevamente

- Calma, Ama, yo te voy a ayudar- el doctor acercó el vaso a mi boca, levantó la mascarilla, puso el vaso entre mis labios y el agua fluyo hacia mi boca, tragué por acto reflejo y la molestia en mi garganta se fue, ya encontré algo que realmente me gustaba, agua, bendita agua.- ¿Mejor?

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2016 ⏰

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