Blood Moon

El baile de la luna roja

Sugerencia: colocar la canción en el momento adecuado.

Canción: Blood Moon de Waltz.

La tarde en la escuela se había ido muy rápido, lo único que había logrado escuchar en toda la tarde era sobre el "baile de la luna roja" lo cual como siempre había olvidado.

—¿Serias mi pareja en el baile de la luna roja?—preguntó Nino quien miraba a Alya con tanta dulzura.

—¡Por supuesto que si!— respondió mientras lo abrazaba.

Todos estaban emocionados por este gran evento, yo no tenía planeado ir. En ese instante una voz llamó mi atención.

—¿Y tú irás? Marinette. — preguntó Nino con curiosidad.

—¡Eheh no, no, no!— respondí sin más preámbulo.—Siendo sincera no tengo emoción por este baile.

—Deberias ir. Bueno adiós Marinette. — dijeron juntos Alya y Nino.

Cuando caminé unos cuantos metros fuera de la escuela, Nathanaël apareció, mientas sostenía un gran ramo de flores de colores lilas y rosas.

—Marinette.— dijo mientras se arrodillaba.— ¿Quisieras ir al baile de la luna roja conmigo?

Y en ese instante que término la frase, quedé congelada por la impresión de aquella petición. De pronto un gritó captó toda mi atención, alguien me llamaba.

—¡Marinette!— dijo Adrien mientras corría hacía mi dirección.

Que se suponía que estaba sucediendo aquí. Esto estaba poniéndose peor cada milésima de segundo.

—¿Adrien?— dije anonadada. —¿Qué sucede?

—No puedes ir con él, recuerda que hace poco fue akumatizado y estuviste en peligro y Chat Noir te protegió. — dijo molesto.

Mientras el pelirrojo mostraba cara de pocos amigos, hacía esa acusación.

—Adrien, apreció mucho de tu parte.— comenté sonrojada.— Pero creó que Nathanaël se lo merece.

—Pero...pero será mejor que yo vaya contigo.— balbuceó.

—Adrien todo estará bien.— aseguré con una gran sonrisa.—¡Si! Nathanaël iré contigo.

El pelirrojo se había mostrado feliz por la aceptación de aquella invitación, creó que era buena idea conocer a alguien.

—¡Gracias! Pasaré por ti a las siete de la noche.

—¡De nada! Nos vemos.— respondí mientras una sonrisa la hacía aún más segura.

Cuando Nathanaël se marchó fui a casa, mamá ya tenía un vestido para mi. A pesar de que yo le había dicho que no me presentaría, bueno, hasta hace unas cuantas horas atrás. Estaba nerviosa, deslice la suave tela por mi piel y me coloqué frente al espejo. Aquel vestido rojo encajaba perfectamente conmigo, y un pequeño decorado con encaje lo hacía lucir aún más hermoso decidí peinar mi cabello y dejarlo suelto para hacerlo ver aún mejor. Mi rostro palidecía ante los nervios de ver a aquel chico pelirrojo. En ese instante escuché que tocaban a mi puerta.

—¡Adelante! — exclamé mientras mi mirada seguía fija en el espejo.

—¿Marinette?— dijo Adrien quién aún sostenía su mochila.

—¡Oh! Hola Adrien.— dije mientras intentaba cubrirme con un lindo chal de color negro.

—Sigo pensando en que debería acompañarte al baile.— insistió.