Baekhyun sonrió al contemplarse en el espejo, viéndose espectacular. Acarició sus cortos cabellos, esos cabellos castaños que con suerte llegaban un poco por debajo de sus hombros que recientemente se había cortado cuando su papi le dijo que, siendo verano, el cabello tan largo podría molestarle.
Oh, su papi...
Para Baekhyun, su papi lo era todo así como para él, su pequeña también lo era. Nadie podía entenderles, tampoco buscaban que alguien lo hiciera, de hecho, y así estaba bien, ellos en su mundo, el resto en el suyo. Un mundo para papi y ella, oh, sonaba perfecto.
Su mano bajó por su cuello, blanco perlado, donde aún se conservaban algunos chupetones de hace dos días cuando papi quiso jugar y ella, como buena pequeña obediente que era, le dio su juego. Un juego que ambos disfrutaban, que les apasionaba, que les ponía a cien y que no iban a abandonar nunca jamás, porque el mundo no era igual sin ese juego que ambos se traían entre manos desde hacía años.
Su mano bajó un poco más, rozando sus hombros y con eso las puntas de sus cabellos y pasó por sus pechos, por el escote pronunciado que dejaba ver ese traje, si es que se le podía llamar así, que se había colocado para sorprender a su pareja por su cumpleaños número treinta y dos. Sabía que le deprimía un poco ya estar en los treinta, pero para eso estaba ella, para animarle y hacerle ver que, tuviera la edad que tuviera, siempre sería su papi, su amor, su mundo.
Minseok, el nombre de su papi, siempre decía que amaba sus pechos porque no eran pequeños pero tampoco eran enormes. Eran medianos, redondos y, decía, llamaban a ser tocados, lamidos, mordidos y abusados de mil y un maneras. A Minseok le encantaba tocarlos en cualquier momento del día, estuvieran haciendo el amor o no, manosearlos y susurrarle lo lindos que eran; le gustaba desnudarla cuando menos se lo esperaba y besarlos, solamente eso, adorándolos.
Su mano siguió bajando llegando a su estómago, totalmente libre y al descubierto donde se podía apreciar un tatuaje en su costado que ponía '' Minseok '' en letra cursiva. Se lo hicieron hará ya dos años, cuando para su cumpleaños, cuando ella cumplió por fin los veinte, Minseok se lo propuso. Ella se tatuó el nombre de su novio, él, el de ella.
Sonrió, sin bajar más allá porque sabía que a papino le gustaba que se tocara sin su permiso. Minseok le dijo que amaba verla con la mano metida entre sus bragas, sus dedos rozando su sexo y escuchar sus lindos sonidos, pero solo si él estaba delante para observar el espectáculo. Ella cumplía porque era su rol, era su pasión.
Se había puesto un traje erótico que, a su vez, era lindo porque a Minseok le encantaba verla como una niña pequeña a pesar de sus veintidós años. Constaba de una falda blanca de tela medio transparente, con un tanga por debajo azul y un sostén medio camiseta, con mucho escote, que simulaba en su forma más sexy el uniforme de marinera de muchas japonesas escolarizadas.
Sin duda, le encantaría a papiverla así.
Sonriendo, salió de su habitación y caminó por la casa, sabiendo que en pocos minutos vendría Minseok del trabajo cansado y que un alivio como aquel le encantaría. Se sentó en el sofá, cruzó sus piernas y con picardía retiró sus cabellos de sus hombros hacia atrás, volviendo a rozar con la yema de sus dedos su hombro y una de las marcas que aún permanecían ahí. Amaba tener marcas de Minseok, esas marcas que le recordaban que alguien la deseaba con tanta pasión.
Se recostó en el sofá, esperando pacientemente como solo ella sabía a qué viniera la razón de su existir, sabiendo que todas las horas que había empleado en buscar el traje perfecto valdrían la pena. Tenía una especie de intuición para esas cosas, no podía evitarlo.
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Daddy Kink: Genderbend
FanfictionSerie de Oneshots con la temática del Daddy Kink y el Genderbend con diferentes parejas de EXO