Los gemidos inundaban la habitación, Hwanhee se mantenía con los ojos cerrados sobre la cama mientras disfrutaba arduamente los movimientos del desconocido, ambos chicos jadeaban, suspiraban y gemían, sus voces unidas con el sonido de sus cuerpos al chocar por cada salto que daba el menor de los dos. Las manos de Hwanhee recorrían cada centímetro del cuerpo desnudo de Dongyeol, acciones que provocaban mayor excitación en el joven quien cada vez aumentaba la velocidad haciendo que la penetración fuese aun más profunda, su espalda se arqueaba cada vez más y sus gemidos se hacían más y más agudos. Hwanhee acarició las caderas de Dongyeol, su pelvis hasta llegar a tomar su miembro y comenzar a masturbarlo a una velocidad lenta y pausada provocando que los gemidos del mismo se hicieran más fuerte y, a su vez, más agudos.
Las piernas de Dongyeol temblaban, se debilitaba; su cuerpo ardía, sudaba; sus ojos se cerraban mientras su cuerpo agonizaba por más placer; sus saltos iban cada vez más rápidos, dejándole casi sin fuerza, jamás sintió tanto placer como ese día...