un amor con sabor a vainilla.
Después de un largo día en la universidad, al llegar a casa decidió recostarse en el frió piso de su alcoba, cayó profunda.
Un par de horas después... Despierta.Se voltea boca arriba y da el bostezo más largo del día. Un suspiro profundo sale de lo más profundo de su alma pronunciando el nombre de él, ese chico en el que no ha dejado de pensar durante las últimas 6 semanas. Sin dejar de mirar hacia el techo, con su mano derecha tantea los alrededores del piso buscando el celular. Después de hallarlo revisa su bandeja de entrada y sus notificaciones, realmente hay muchas, pero ninguna importante, o bueno, algunas definitivamente son importantes, pero no son de él, ninguna tiene el nombre de aquel chico, así que ; en definitiva no son importantes.
-tengo que ordenar mis pensamientos, no puede ser que desde que abra mis ojos, en lo primero que piense sean en él y en su estúpida forma de mirarme cuando me saluda sin decirme nada, ¿tendrá algún significado esa mirada? osea, lo estúpido en sí no es su mirada, sino yo, me vuelvo estúpida. Odio tener que pensar tanto en él, y saber que el esta por ahí haciendo sus cosas normalmente sin saber siquiera que existo, o bueno, si sabrá que existo, pero no lo sabe tanto como para dedicarme todo su día pensando en mi como lo hago yo pensando en él.
Pero es inevitable, es increíble Como me siento, ¿estaré enamorada? Que feo... Quisiera verlo.
En ese momento mientras ella hablaba entre dientes aun recostada en el suelo, el abuelo pasó por el pasillo camino al balcón, llevando en una mano una taza de té de manzanilla y miel, y en la otra una vieja caja de zapatos. Se detiene un momento y la observa, inclinando un poco su cabeza, alzando sus cejas y mirando por encima de los lentes.
-Vainilla, hija, ¿estas bien? - le pregunto el abuelo desde el pasillo-
-Si abue, es solo que acabo de despertar y ando un poco adormecida aun, ¿ y tu? .
-A que bueno hija, yo también estoy bien. ¿Quieres acompañarme un rato?
-En un segundo te alcanzo, déjame levantarme, ponerme un saco e iré.
-Seguro hija.
Vainilla, (como le llamaba su abuelo desde muy niña) le dio una ultima mirada a su celular, y al notar que aún no se veia aquel chico por ningún lado, decidió dejarlo sobre la cama e ir donde su abuelo.
-Abuelo, que traes en esa caja, ¿ son unos zapatos nuevos?
-No hija, esta caja esta muy vieja y acabada como para contener zapatos nuevos, pero si contiene algo mucho mejor, ya te mostraré, pero ahora dime, ¿segura que estas bien?
-creo que si... No se. Abuelo, ¿extrañas a la abuela?
-hijita, no hay día en el que no despierte recordando a la vieja esa, recuerdo que tenía tanto temor de perderla, que cuando nos casamos le prometi que yo moriría primero para no tener que llegar a lidiar con la muerte de ella, le dije que no lo soportaría, pero mírame, aquí estoy vivo aun y sin ella, recordandola cada día, y viviendo lo que queda mientras voy a reunirme de nuevo con ella. Así que la respuesta es si, la extraño y mucho.
-¿osea que si tuvieras la oportunidad de un deseo, te irías con ella?
- Nooo, claro que no, aun tengo algunos años extra aquí junto a ti, junto a tu madre y junto al cara de mico de tu padre, no niego que si extraño mucho a mi vieja, pero se que al partir de este mundo, tendré toda una eternidad junto a ella, así que mejor disfruto mientras este aqui, realmente no tengo afán.
Pero sin duda alguna, se me va a morir el corazón arrugado de la tristeza, por que mi hermosa nieta vainilla no está siendo sincera conmigo, ya dime, ¿que te sucede?
Vainilla decide sentarse junto al abuelo, y aunque las palabras no le salen, toma impulso y suelta lo que tiene atado en la garganta.
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E L DO D E C A E D R O D E L T I E M P O #2
Short StoryEn algunos casos el empujon para empezar a enamorarse viene de quien menos lo esperamos.