Me dejaste

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Chuuya ni siquiera le daba importancia a que el bastardo haya volado su coche, aunque probablemente debería darle. Había sido un coche muy caro, aunque ni siquiera lo había pagado, era robado. Podía robar fácilmente otro.

Aunque ningún otro sería un coche donde Dazai haya estado; esos coches donde huían, hablaban, se odiaban mutuamente y...

La bebida en su mano, por otro lado, era algo por lo que sí había pagado. También era cara, ya que el paladar de Chuuya para el alcohol era el mejor. Tomó un largo sorbo, suspirando suavemente mientras caminaba por la pared —su habilidad en pleno acto.

Si él estuviera aquí me tocaría ahora, mi hombro, mi brazo o cualquier parte de mi piel que fuera expuesta; me enviaría al suelo, yo le gritaría y el sonreiría y...

Ese estúpido bastardo.

¡¿Cómo se atreve a abandonar la mafia?!

¿Cómo se atreve a dejarme?

La capacidad de manipular la gravedad era bastante buena, no inútil como muchas otras. Le había servido a su propósito, le había ayudado. No necesitaba a nadie más. ¿Con su habilidad y su talento en las artes marciales? Estaría bien si su llamado "compañero".

Era cierto que estaría bien, que sobreviviría; pero no estaba bien, siempre habrá un lugar a su lado donde el bastardo hubiera ocupado, podría haber sido...

No necesitaba a Dazai.

Pero...

No necesitaba a su compañero.

Yo...

No necesitaba la otra mitad de Double Black, de Soukoku.

Pero él lo necesitaba.

Su falta de concentración hizo resbalar a Chuuya de la pared, aterrizando duro en el suelo y salpicando su bebida por todas partes. Que desperdicio. De pie con un suspiro, Chuuya, dejó su sombrero en el suelo, colocando su copa a su lado. Agarró la botella en su lugar, dirigiéndose hacia al baño tambaleando.

Dazai huera hecho eso, sacudió la botella. En aquel entonces Chuuya enfurecía, arrugando la nariz ante tal escena. Ahora hacia lo mismo, con las lágrimas ardiendo en los rincones de sus ojos porque...

Al entrar al baño, dejó la botella, se quitó la ropa con manos temblorosas. Giró el grifo y entró a la ducha con agua caliente. Chuuya aumento aún más la temperatura hasta que el agua le quemó.

Porque Dazai se había ido. Ese estúpido Od-algo había muerto y Dazai se había ido porque, por supuesto, se había preocupado por ese estúpido idiota más de lo que se había preocupado por Chuuya, probablemente ni siquiera había pensado en él cuando se fue. Pero eso está bien, se odiaban, ¿no?

Chuuya no odiaba a Dazai, no podía.

Mientras el agua caliente salpicaba su espalda y el suelo, Chuuya limpiaba su cuerpo hasta que quedaba rosado y doloroso, sin dejar rastro de pegajosidad. Ahora su cuerpo entero le dolía, dolía de la fregada y del calor... pero su pecho dolía mucho más.

Sin razón.

Excepto que le dolía el corazón, así que la razón era obvia, no que alguna vez Chuuya lo admitiese. Todo esto era culpa de Dazai, el fanático del vendaje. Y, por supuesto, Chuuya no odiaba al bastardo, ni tampoco que el admitiera alguna vez eso, porque eran compañeros.

No luego de que pasaste tanto tiempo con alguien a quien realmente no puedes odiar más, ¿verdad?

Chuuya salió de la ducha y se vistió con ropa nueva. Agarró su botella, subió por la pared y llegó al tejado, donde volvió a pensar.

Me dejaste (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora