Capítulo 8 - Noches en Madrid

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Viernes de noche. Mia no podía sentirse más aliviada. De alguna manera había conseguido terminar la semana y ahora era tiempo de relajarse. Victoria, su compañera de clase, la había convencido a salir con un grupo de gente a Gabana, uno de los antros más populares en Madrid.

Normalmente, ella hubiera declinado o se hubiera inventado algún tipo de excusa, pero la curiosidad la había vencido. Todo mundo siempre hablaba del antro estúpido, y Mia quería ver por sí misma de qué se trataba todo el escándalo.

Tampoco lo quería admitir, pero pensaba que si iba posiblemente se pudiese encontrar con una cierta persona. No había escuchado de él desde su encuentro raro del lunes en la mañana y estaba empezando a sentirse ansiosa. ¿Había hecho algo mal?

Para la hora que llegaron al antro, ya eran casi las 2:30 de la mañana. Mia no podía creerlo, pero le habían dicho que los antros no abrían usualmente hasta las 2am y sólo se empezaban a llenar después. ¿Qué loco era eso? ¡Esa era la hora que normalmente se regresaba a su casa!

Todo en España empezaba mucho más tarde. La cena a las 10pm, bares a las 12am y antros a las 2am. Con razón todos hablaban de la vida nocturna en España.

Una vez adentro, se dirigieron al bar para conseguir el trago 'gratis' que venía con el pago de admisión al antro. Apenas había conseguido su trago, cuando un español ansioso se acercó y empezó a hablar con ella. Normalmente lo hubiese mandado a volar de inmediato, pero qué demonios, decidió que le daría una oportunidad. Parecía bastante inofensivo.

Estaba equivocada. Resultó ser que Santiago estaba siendo extremadamente agresivo y después de quince minutos decidió que ya le había dado la luz del día.

Se inventó una excusa de tener que ir al baño y se alejó. Se dio cuenta que su mirada la siguió, así que acabó teniendo que hacer el papel y en realidad ir al baño. Una vez adentro, decidió que igual podría usar el baño para matar el tiempo.

Se miró al espejo y por una vez tuvo que admitir que se veía bastante bien. Había decidido ponerse un vestido negro lindo y tacones sexy que se ponía de vez en cuando al salir en Nueva York, y hasta había hecho un buen trabajo con su pelo y maquillaje. ¿A quién estaba tratando de impresionar?

Mia salió del baño y se dirigió hacia el bar. Tiempo para una recarga. Si tan sólo pudiera conseguir la atención del barman. Ella odiaba la forma en que siempre le tomaba una eternidad para conseguir un trago en un bar, y  luego algún tipo se presentaba y conseguía su propio trago en dos minutos. Esta noche no estaba demostrando ser una excepción. Después de esperar diez minutos, decidió que era hora de darse por vencida.

"Tengo que admitir que esto es una grata sorpresa."

Una fuerte mano cálida apretó contra la parte baja de su espalda. Mia alzó la vista, y efectivamente, Leo estaba parado justo a su lado.

Le lanzó una mirada sensual. "¿Ah sí? ¿Y eso que sería?" ¿Estaba coqueteando con él? El trago le debe de haber llegado a su cabeza.

"Sólo que nunca imaginé que vinieras a un lugar como este en un millón de años." Hizo un gesto hacia el barman, simplemente levantando dos dedos.

"Nunca he venido aquí, pero tuve una buena época de salir a antros durante la universidad. Aunque no lo creas, salía todo el tiempo."

"Me hubiera encantado ver eso."

El barman regresó con dos vodka tónicas y Leo le pasó una a ella.

"¿Cómo hiciste eso? He estado parada aquí por diez minutos and nothing."

Leo se encogió de hombros. "Conozco al tipo. ¿Así que nadie ha venido a hablarte todo este tiempo?"

"No. No llamo la atención muy seguido," respondió.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora