II

9 2 2
                                    

Salimos de la escuela y estaba empezando a llover.

A mitad del camino, a Valerie se la llevaba en coche su hermana, y yo tenía que hacer un buen trecho sola.

Caminábamos por la calle de arriba,mientras ella conservaba la expresión misteriosa que había ostentado toda la mañana,

–¡Joder, Vale, dime qué pasa!–le espeté.

–Ahh–sonrió mientras sacudía la cadera de un lado a otro,marcando un ritmo–. Es un secreto–canturreó.

–Ahh–dije imitándola–. Pues no te hablo.

– No, no, no, en serio.

–Bien,pues me lo dices–dije sacándole la lengua.

–Es que me he enterado de que el mes que viene hay una competición de cocina.

Casi se me cae la mochila calle abajo.

Y es que cocinar era nuestra otra gran pasión.

En sexto, pedimos unos smoothies un día de primavera especialmente cálido y fui lo suficientemente deslenguada como para decirle a la dependienta:

– Oye, ¿cómo se hace esto?

Con una mirada desafiante  y una sonrisa bastante inocente.

Nos pasamos ese verano haciendo smoothies, más tarde batidos, cupcakes, bizcochos, yogures, tartas, bollos, galletas... y continuamos con tortillas, alubias, pasta, pollo, arroz...

Para tener 14 años, somos bastante profesionales.

Una competición de cocina era un examen de tu asignatura favorita.

– ¿¿Dónde es??–pregunté saltando.

 – Lejos...¿sabes dónde está el pueblo de mi tía?

Es verdad. Eso no está muy cerca, que digamos.

– ¿Cuánto dura?

– Pues...tres días. Es de 12 a 16 años. Y participar cuesta poco para lo que dura. Te pagan un hostal cerca.

A ver, por muy lejos que que sea, un concurso de algo que algo que te encanta, tres noches en otra ciudad pagadas, y además con Valerie...ella,ella me gusta. Y ella no era nada del otro mundo. No destacaba entre los demás. Siempre fuimos amigas, siempre estuvimos en el mismo grupo. No sé cuando empezó. 

 En algún momento empezó a parecerme especial.


Y ahora el certamen era una oferta irrechazable.

–¿Y por qué dura tanto?

–Es que eres lenta, Chris. Cada día hay que hacer un plato. Creo que la cosa va por categorías, sabes –hizo gestos con las manos– depende si es postre,un almuerzo... El último es libre,pero es el que más vale.

– Eso tiene mucho nivel, ¿no?

–Más o menos. Y no hay distinción por edades. Todos se evalúan igual.

– Pues estamos jodidas–sonreí.

  – Eso parece.

Empezó a llover más fuerte. Saqué mi paraguas negro enorme y nos cubrí a las dos.

Se apretujó contra mí. Su cuerpo y sus manos estaban calientes. Valerie le había cambiado la correa a la mochila en el recreo y la llevaba en bandolera. Yo la llevaba en la espalda y golpeaba detrás de mí, sonando contra mi caja torácica. Me había quitado mucho tiempo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 13, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cherry TreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora