Bookness Gracious (Camren Fanfic)

uno: raíces

Uno: Raíces

Y mientras el silencio mágico volvía a envolverlos, lo único que pudieron hacer fue mirarse a los ojos.

Y sonreír.

Cecelia Ahern, "Donde Termina el Arcoiris"

Camila presionó el botón de apagado desde el mando inalámbrico de su cámara de video. La luz verde había cambiado a roja, para dar unos parpadeos y finalmente apagarse. El lente se había escondido, y la chica ya había empezado a sacarla del trípode.

Se tiró agotada en la cama: el proceso previo a publicar un video en su canal, era exhaustivo. Grabarse a sí misma, hablando a la cámara de sus libros preferidos, era sin duda lo más divertido. El proceso de editar el video, cortar escenas, disminuir el brillo, calibrar los colores, y todo esos detalles técnicos, eso sí era bastante aburrido. Sin contar el hecho de tener que leer cada uno de los comentarios, que aunque no era aburrido, era bastante agotador.

Hace dos días exactos, Camila había subido su último video: un wrap up con los dos libros que había leído el mes de Mayo. Al final del video, Camila había prometido leer cada uno de los comentarios, y tomar en cuenta las recomendaciones que le hacían sus suscriptores.

La chica de diecisiete, agradecía y atesoraba cada pequeño comentario que hacían sus seguidores, que no eran muchos.

"Aún si fuesen 4, son demasiado importantes para mí como para abandonarlos" decía constantemente en sus videos. Cada comentario (por muy pequeño que fuese), llenaba su corazón de felicidad. Porque, aunque ella no lo quisiese, sus redes sociales, y todo el amor que recibía ahí, era de algún modo su refugio del mundo real.

Se quedó tendida un rato más, evadiendo su responsabilidad de leer los comentarios. Como ya había salido de vacaciones hace 5 días, tenía tiempo de sobra para cumplir con sus deberes con el canal, y leer los libros correspondientes.

Su familia no era lo increíblemente rica como para comprar libros todas las semanas, Camila trabajaba tres días a la semana todas las tardes en la secretaría de la escuela, y le pagaban 5 dólares al día. Con eso tenía suficiente para dos o tres libros al mes, y aún así le sobraba dinero para sus gastos personales. Ahora que las clases habían terminado, iba todos los días por la mañana y le pagaban el doble.

Su familia sabía de su gusto por la lectura, así que para su cumpleaños y Navidad recibía un par de libros de sus tíos, primos, etcétera.

Cada libro para ella, era como un tesoro que poseía en sus manos, los ordenaba cuidadosamente todos los meses, y los limpiaba del polvo. Rara vez los prestaba, y nunca jamás en la vida (esta era la regla de oro) tocaba un libro con las manos sucias, o se mordía las uñas mientras leía.

Después de varios años con su gusto por los libros, se le hacía costumbre el morderse las uñas en un momento muy tenso de la historia, o cerca del final. Normalmente se hacía heridas y sus dedos sangraban de lo fuerte que tiraba de la uña, para cortarla con sus dientes. Por eso, para evitarse dolor y para no manchar sus libros, sus uñas diminutas, estaban pintadas de un color azul muy oscuro, que en ese momento combinaba con su blusa.

Tomó la computadora de encima de su mesa de trabajo, y la encendió. Después de unos 5 segundos luego de apretar el botón de encendido, los ventiladores internos comenzaron a trabajar y al cabo de un rato pudo usar la computadora. Se conectó a Internet, ingresó a su cuenta de Youtube e ingresó a sus videos. Bajo un par de filas, y encontró su último video. Notó con una sonrisa que tenía exactamente 83 comentarios. Se sintió aún más feliz al ver el número de suscriptores, que había aumentado desde la última vez que había visitado el sitio: de los 154 de la última vez, 233 se habían sumado. O al menos eso había calculado Camila, cuando restó 154 a 388, su número actual de suscriptores.