"Un vacio". CAPITULO 1

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~Ambientado en Guillermo~

Era un día especial, todos esperaban impacientes en la sala de estar, salvo el padre y la madre de esa pequeña criatura que venía en camino...
Las horas transcurrieron rápido y de un momento a otro ya tenían a su pequeño Guillermo en brazos.
Sus mejillas eran grandes y sonrojadas, sus ojos rasgados y su piel pálida, sus pequeñas manitas tomaban el rostro de su madre mientras sus ojos solo se disponían a adaptarse a la luz.

Sus padres sabían que desde ese día, su vida iba a cambiar, ¿para bien?, ¿para mal?, solo el destino sabía eso...

Guillermo ya contaba con 6 años de edad, y como cualquier niño correteaba por todo lugar, brincaba en los sillones con tarjetas rojas, comía en la mesa con tarjeta roja, y veía la tele la cual tenía, tarjeta roja...
El siempre se había preguntado que eran estás tarjetas y porque los ojos de sus padres se ponían vidriosos y llenos de lastimosa culpa cada vez que se cruzaban con ellas, no entendía porque el pasar de los días y ver a sus progenitores tomarse de la mano al analizar la libreta blanca llena de cuentas y rayas les dolía tanto, porque simplemente se limitaban a decirle que no a cualquier cosa que él pedía, el carrito de aquella tienda, el videojuego de aquella otra, la ropa para su pastorela de "los 3 cochinitos", donde a él le hacía mucha ilusión participar.
No entendía nada solo se disponía a asentir con la ilusión desecha y los ojos de su madre mirarle con poco más que lastima al pedir tantas cosas, cosas que no podían darle...

Llegado a sus 12 años las tarjetas rojas habían desaparecido, al igual que sus muebles.
A esta edad entendía perfectamente la crisis económica la cual sus padres estaban pasando, y el significado tan sombrío de aquellas tarjetas que resultaban ser del banco, eran notas de embargo...

Su casa no tenía más que un techo áspero y descolorido, dos camas donde la madera había sucumbido ante la gravedad y utilizaban palos para mantener los colchones en alto, los colchones está demás hablar que tenían resortes que salían por diversos orificios y lo duro que se habían vuelto estos,
El agua caliente aún se sustentaba ya que a pesar de la escasez, siempre intentaban ofrecerle a su pequeño las cosas básicas, como la luz, el agua tibia para esas noches o mañanas frías, un lugar donde dormir para recuperar fuerzas y una mesa improvisada donde comer.

Su padre siempre intentaba conseguir un trabajo fijo, algo donde le permitiera vivir cómodamente, buscada por toda la ciudad, por todas partes donde existiesen personas que quisieran contratar a un cocinero. A un pobre hombre que se había partido el lomo trabajando día y noche en un pequeño restaurante donde apenas alcanzaban a comer, y donde lo habían corrido hace unos meses...
La familia se encontraba desesperada salvo el pequeño Guillermo, que siempre intentaban brindarle toda la tranquilidad necesaria. Todas las noches su padre le platicaba historias sobre piratas, sobre el mar y lo hermoso que era, leyendas de la luna y una infinidad de cuentos donde Guillermo abría sus pequeños y rasgados ojos con asombro deseando algún día poder conocer el mar, y todas las especies que abundaban ahí.

Una noche helada como cualquier otra de invierno tocaron a la puerta con un sonido fuerte y desesperado donde los golpes no cesaban a pesar del tiempo que estaban aguardando detrás de ella, callados sin atreverse a decir ni una palabra, sin poder siquiera susurrar algo, el rostro de su padre estaba blanco, pálido, sus ojos reflejaban desesperación y por primera vez después de tanto tiempo...miedo, pero no cualquier miedo, era un miedo abrumador propio de una película de terror.
Su madre tomó a guille del brazo corrieron a la habitación, el no entendía nada pero estaba claro que preguntar no era una opción.
Comenzó a meter muchas cosas en una maleta con sus manos temblorosas y su rostro totalmente preocupado, sus labios tiritaban de frío, de miedo, de horror...
Solo fue suficiente 2 segundos, 2 segundos para ser desprendido de esa persona que tanto amor le había brindado, tanta comprensión y tantas historias que le había propinado alimentando su ahora infinita imaginación y sueños...
Un disparo, un solo disparo bastó para arrebatarle todo, una parte de su todo.
El y su madre se quedaron en silencio, como si todo se hubiese parado en un infinito bucle donde el sonido del plomo se repetía infinitamente en sus cabezas.
Un tosco sonido acompañado de un gemido lastimoso y el ruido de pasos en la entrada le dieron a entender que ya se habían marchado.
Siguieron inmóviles y sus ojos poco a poco se llenaron de lagrimas, lágrimas que no cesaban de resbalar por sus mejillas marcando una trayectoria hacia sus bocas...
Con movimientos rígidos y pausados salieron de la habitación solo para encontrarse con el cuerpo de su padre, estaba tendido en el frío suelo, con un charco de sangre a su alrededor y una expresión que jamás le había visto, su rostro ya no transmitía angustia, ni preocupación si no...una paz, como si todo ya no tuviera vuelta atrás, y el aceptará el destino con una tranquilidad incomparable.

Guillermo se lanzó a su padre llorando, gimiendo desgarradora mente, apretando el cuerpo de su desangrado padre contra si y llorando fuertemente mirándolo a los ojos y sintiendo un vacío en todo su cuerpo, un enorme vacío que jamás podría ser llenado por otra persona, ni siquiera por su madre...

//bueno, bueno...se que no es el mejor comienzo pero es el necesario para el transcurso de la historia...este es el primer capítulo, espero que les haya gustado y lo actualizare en cuanto la inspiración y tiempo me regrese, también lo subirte a tumblr, es mi primer fanfic, he escrito one shots pero nunca una historia, espero que les guste y cualquier sugerencia o comentario que me quieran hacer estoy abierta a ellos//

VACÍO. "WIGETTA" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora