estiradas las sondas sonoras
despierto el germen antiquísimo
descubro la profundidad de una charca
y me embeleso de un amanecer oscuro
sin querer presagiar la aventura del mono, se esconde
el pequeño cuello de la pequeña corriente de agua despabilada
agotadas circunstancias y circunferencias aleatorias, perdidas
las partidas y los finales
no puedo pensar más allá de la membrana plasmática
un respiro tan largo como el fondo de un pozo
fuimos y seremos dentro de un libro viejo
una sencilla rama de olivo disparado
en los brazos de un viento sin olvido
voy y vamos dejando huellas sobre el mar
alguna vez tiene que reír el loro
no sin antes convencer a medio mundo de que la mitad
de la vida imperecedera, en un frasco, en la alacena
por suerte llega lo que nunca se mueve
y de un plumazo
restriega en tu rostro, los resortes de un sistema
estructurado hasta los confines del universo inaudito
un poco de paz, cada tanto, para que no se pudra todo
tan sin prisa
