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Absurda mi idea, lo sabía pero por alguna extraña razón yo la creía, mi soledad ni dudaría mucho tiempo a los pocos días conocí a Coullin era bajita, su cabello a los hombros, ojos color café y hermosos, nariz redonda, delgada y con una gran personalidad. Justamente me había tocado sentarme detrás de ella, nuestra primera platica fue tan estúpidamente divertida hablábamos sobre si el de a lado mio era un asqueroso de primera que ni se dignaba en ducharse, nunca imagine que aquella chica ordenada y a la vez mal hablada se convertiría en la actualidad mi mejor amiga.

A partir de ella empecé a hablarle a Amber y Licie todas eramos casi iguales, a cualquier parte donde íbamos era juntas poco a poco ese sueño que tenía cuando lleguen se estaba haciendo real. Ya no era aquella tímida niña sentada sola en el salón de clases, ahora tenía a esas niñas que me apoyaban en cualquier cosa.

Como cada sueño tiene su final el mio estaba a punto, pronto acabaríamos el colegio y casi nunca nos veríamos ya que cada una se iría a un instituto diferente, por supuesto que quería irme con ellas, ese era mi mayor deseo no podía imaginarme algún receso sin los incontables chistes de Coullin o los chismes que siempre traía Amber sobre las escandalosas relaciones colegialas de nuestro salón. No podía, no podía separarme de ellas me habían sacado de aquel agujero donde estaba y me habían hecho la persona que era. Sin embargo esa era mi realidad, me separaría, me alejaría de ellas sin nada que pudiera hacer.

Aquel último día claro que dolió, ver a aquellas amigas fieles llorando por la separación y con el posible regreso era desgarrador, con aquellas promesas que llenaban mis oídos, palabras tan dulces y juramentos de "volveremos a vernos" era todo lo que me quedaba ahora.

HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora