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EL FINAL.

Hoy he pensado en usted tanto, que no me es posible decir la inicial de su nombre sin que me den unas ganas inmensas de llorar.
Perdóneme por no tener la valentía de llamarle, de buscarle, de haberle besado cuando tuve la ocasión.
Perdóneme porque mi cobardía me ha impedido ir a por usted... Ya sé lo que se siente...
Tenía razón, si te vas y no te detienen, has tomado la mejor decisión de tu vida.
Yo he tomado la peor... Sin embargo, he de confesar que en este punto no sé si usted habría querido que yo lo hiciera... Que yo le pidiera que se quedara...
Hasta el día de hoy me duele... Ha pasado un tiempo prudencial para dejar atrás y usted se sigue metiendo en mis sueños, en mis recuerdos, en mi vida y mi conciencia. Y es especialmente ahí, donde su nombre se ha tatuado con tinta indeleble y en letras enormes.
La lista de los peores errores de mi vida, se reduce a solo uno: no rogarle porque se quedara...
Ese orgullo y esa dignidad, que no sé de dónde brotaron en aquel momento, fueron los que causaron que yo no suplicara; y ahora es mi cobardía lo que me impide correr a sus brazos, aunque aún tenga tiempo...
Disculpeme en serio... Ya no hay lugar al que vaya sin pensar en usted y en que debí haberle rogado que se quedara...
Pienso ahora que usted se ha ido y yo soy solo queja y llanto, que quizá si lo hubiera hecho, si le hubiese rogado, usted probablemente se hubiese ido igual... Quizá sea solo mi conciencia la que hubiera quedado en paz, pero la tempestad sería la misma...
Desde que usted se fue, ya no hay día que no llueva —y no sé si se lo dije, pero odio la lluvia (casi tanto como odio que usted no esté)—.
Sin embargo, su decisión ha sido tomada y yo tendré que aceptarla.
Me ha dicho que pasa por malos tiempos, que le cuesta querer y que no quiere que esté allí para usted... Está bien, haga lo que quiera, es su vida y yo no tengo derecho a retenerle... Viva y sea feliz, pero no regrese...
Mi tempestad de letras ya no estará sobre usted, se lo prometo...
Este es el fin, Paracetamol.
Tenga buen viaje, se lo merece...

ParacetamolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora