De esas veces en que me pongo a pensar en mis años de juventud, aquellos veranos con mi padre y sus viajes de pesca que duraban todo el día, pasaba horas viendo el mar, oscuro, hostil, pero me encantaba, impregnado de una esencia fantasmal que creaba niebla en las mañanas, apasigua a cualquier hombre con su soledad.
Cuando tenia ocho años de edad mi padre me llevo a mi primer día de pesca, recuerdo que era un día nublado, no parecía que llovería pero el sol no salia desde hace 4 días, nuestro bote era uno de los barcos mas modestos del lugar, un bote de madera qu mi padre heredo de mi abuelo.
Recuerdo que caí al atardecer, el viento era fuerte, veía como las nubes se movían rápido y tan bajo, la niebla pasaba a tra vez de mi, temerosa a cierto modo, siempre me pareció terrorífica, aunque no en el mal sentido, mi padre al ver a su alrededor frunció el seño y guardo su pipa, me di cuenta de que tenia una mirada de preocupación, sabia que regresariamos de inmediato, fue entonces perdí uno de los baldes, lo había pateado y había caído al agua, estaba atado al barco pero decidí recojerlo agachandome hasta alcanzarlo, cuando lo tome, resbalé al pisar la cuerda que unia el balde con el barco, la niebla ya estaba muy cerca del agua.
El terror me invadía, no sabia nadar, y por mas que intentaba alcanzar la superficie sentía que me hudia mas, cada ves mas preocupado por respirar, hasta que de repente la molestia ya no era tan grande, sentí un leve escalofrío que recorrió mi espina dorsal y deje de sentir el agua que me rodeaba, mis extremidades no respondían, pero eso no me importo, en ese instante mi mente se quedo en blanco, todo se volvió oscuro, ya no podía sentir nada con mi tacto, ya ni siquiera podía ver la superficie, desconocía que era arriba y que era abajo, y antes de la penumbra total, lo escuche. Era una niña, que salio de entre la oscuridad y dijo mi nombre.
- kiril...
