Despierto.
¿Es de mañana o de noche? No lo se, no puedo escuchar ni ver nada del exterior desde este viejo cuarto.
Me levanto de mi cama a duras penas, no quiero caminar, ni siquiera vivir pero por el momento no me dejan matarme. ¿Qué castrante, no? En fin, mejor voy a desayunar, hace hambre.
Camino por el que alguna vez fue un manicomio aunque ahora está abandonado, en realidad no porque yo vivo en el ¡Agh! Me desvío del tema. ¿En que estaba? Ah si, comida.
Camino por el que alguna vez fue un manicomio, veo los cuartos viejos y vacíos, las camillas rotas por la humedad y los pisos manchados de oxido que viene desde las tuberías de las paredes. Un leve olor a medicamentos inunda en lugar pero no me molesta tanto, con un poco de perfume soluciono el problema.
Llego a la vieja cafetería. Logré limpiar el lugar y ahora guardo mi comida ahí. Busco entre las alacenas algo para desayunar, agarro un par de huevos y los preparo con un poco del jamón que guardo en el refrigerador. Y para el toque final, una taza de chocolate caliente. Agh mierda, huele delicioso.
Sirvo mi triste desayuno y me siento en la mesa yo sola a comer mientras contemplo la pared como si fuera el mejor programa de televisión del mundo.
Se que dirán "ay que triste, vive sola en un lugar abandonado" y empezarán a llorar como si se tratase de un nuevo capitulo de la Rosa de Guadalupe, otros (los que me conocen) dirán "se lo merece por perra" o "un manicomio, el lugar perfecto para esta loca". Antes de continuar dejaré en claro que NO ESTOY LOCA ¿ok? Bien. A pesar de todo lo que quieran decir, yo estoy bien. Si, el lugar tiene un estado medio creepy pero simplemente lo ignoro, acostumbrada estoy al terror, pero créanme que estar aquí es el mejor lugar del mundo. No hay ruido, ni personas que me molesten, solo estoy yo, haciendo mi vida tal cual me place.
Después de desayunar salgo al jardín con un par de latas viejas, las acomodo sobre una banca y me alejo unos cuantos metros. Saco mi par de pistolas y comienzo a disparar. Está de mas decir que doy en el blanco, sin desperdiciar ni una bala.
Regreso a mi extraño hogar, tomo una ducha y me siento sobre mi cama a cepillar mi abundante cabello morado, aunque este se enreda en cuanto el cepillo se separa de el. Finalmente me rindo ante la batalla y juego en mi celular.
Después de la comida se me terminan la ideas para pasar el tiempo. Creo que al final esto es muy aburrido. Pero ¡vamos! no me voy a dejar vencer por esto. Voy y reviso cuanto efectivo tengo, no es mucho en realidad. Entonces, encuentro que hacer.
Tomo mi chaqueta, mis amadas pistolas y salgo del manicomio. Camino hacia la ciudad, mi determinación crece a cada paso, después de todo no es la primera vez que hago esto.
Cierto, aún no me presento. Soy Ashley Vanessa DeGales, si, como lady Di, mas les aseguro que no tengo nada que ver con esa mujer. Supongo que mi abuelo le gustó el apellido y lo tomó, verán, mi familia es rara, pero eso es historia para otro momento. Vivo en Nueva York y justo voy al banco para sacar dinero...a la fuerza y amenazando pero es lo mismo al final de cuentas ¿no?
Llego al banco del centro, al parecer es día de paga...mejor para mi. Hago lo de siempre: entro gritando "¡denme todo su dinero!", los policías me atacan, los venzo, consigo nuevas cicatrices para la colección, me dan el dinero asustados y corro a mi hogar sin que la policía me siga.
Si, lo se, soy como una especie de mujer maravilla solo que mas genial, sin la cintura, sin jet invisible y no hago el bien.
Llego unos cuantos minutos antes de que anochezca, no puedo ver nada con la falta de ventanas del lugar así que enciendo las luces para ver como una familia de ratas se come un pequeño y viejo bote de pastillas. Ojalá no hayan comido algo mas.
Las salto y me dirijo al lugar donde guardo mi dinero, guardo la mayor parte del botín en ese lugar y me guardo un poco en el pantalón. ¿Apoco creían que con el robo mi día había terminado? ¡Ja! Si me conocieran.
Recojo mi cabello en una esponjada coleta a como puedo. Me pongo unos jeans pegados y una playera azul oscuro de esas que son como holgadas. Me calzo unas botas largas con tacón y tomo mi chamarra de cuero por si las dudas.
Camino por el bosque acortando camino para que los policías no me vean por la ciudad.
Llegando casi a una orilla hay un tubo que me lleva directo al drenaje de la ciudad, mi entrada....lo bueno es que está seco, imagínate si no.
Entro y camino por el laberinto de tuberías viejas y oxidadas, el camino ya me lo se pero para cualquiera que no es fácil perderse. Se que estoy cerca, unos murmullos se hacen presentes a los lejos indicándome que debo de estar cerca...aunque según mi memoria aun falta unos cuantos tubos más ¿qué hacen acá?
Corro pensando que es peligro pero solo son un par de niños con orejas y cola de gato peleándose, no entiendo bien el porque pero la niña parece regresarle los insultos al niño que a simple vista es dos años mayor.
-¡Tonta!-Gritaba él.
-¡Menso!-Le contestaba ella.
Era tan tierna la escena...hasta que a niña sacó sus garras y comenzaron a pelearse a muerte. Bueno, en realidad aun era tierno, pero ahora daba miedo. No quería interrumpir pero no podía dejar que se mataran así que me acerque y los separé.
-Oigan, no peleen así, se pueden lastimar.
-¿¡Quién es usted?!-Me gritó el niño asustado, la niña se había quedado helada al verme como si le fuera a hacer daño.
-Soy Vanessa DeGales, un gusto.
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Los hermosos ojos de mi gato
RomanceVanessa no es una chica común pero a pesar de todo ella tiene una adoración: un par de ojos azules. Los ojos pertenecen al mejor chico del mundo, bueno, para ella lo es e intentará conquistarlo a su loca manera.