Eran los días que pasaban y Draco estaba inquieto, incluso asustado. Constantemente se repetía que nada malo iba a pasar, que sólo había sido un simple pero constante sueño y que no había forma de que descubrieran su secreto.
Su muy profundo y terrible secreto.
Draco se observó al espejo y confundió su figura con la de Voldemort. La sombra del que No Debe Ser Nombrado agobiaba en extremo al pobre chico de ojos grises. Soñaba en que estaba calvo y que su nariz era simplemente un pedazo ausente de su cuerpo. Temblaba de dolor, de rabia. Porque esos sueños no solamente eran repetitivos, sino que eran tan reales como él mismo.
Cada mañana se sentaba en su cama y sentía cómo ese poder oscuro fluía en él, cómo la maldad se adentraba en sus venas, en sus arterias, en su corazón. Después de tanto tiempo, el mundo pensaba que Voldemort había desaparecido para siempre aunque su recuerdo permanecería en cada ser por generaciones.
Draco vivía su recuerdo a piel viva.
Y se sentía el más culpable de todos.
Porque no solamente estaba recordándolo, sino que le estaba dando vida de nuevo.
Y no podía decirle a Hermione por más que quisiera.
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Este fanfic es la secuela de Diferente, pero puede leerse como una novela independiente. Como quieran, a su gusto. Ojalá que lo disfruten y se acepta cualquier comentario :#
Los quiero
