Mi vida siempre había sido feliz. Sin nada de:
<<Oh, Juan no me quiere, soy la persona más desafortunada del mundo>>.
¿Qué clase de bobadas son esas?
Tengo todo lo que puedo pedir, pero sin ser una niña de papá. Es más, a mis 17 años ni siquiera vivo con mis padres. Ellos viven al sur de España, con la deseable playa y ese calor que tanto anhelo.
Mientras tanto, yo vivo en Madrid, con mi amiga la contaminación, con un frío horrible en invierno y un calor agobiante en verano. Pero no me quejo, en realidad me encanta, sobre todo porque por fin he llegado hasta donde siempre he querido estar.
Antes de la mudanza de mis padres tenía una beca externa en la residencia deportiva, pero cuando se mudaron, para poder seguir con el mismo ritmo de vida necesitaba conseguir una beca interna. Lo que significaba más trabajo. Pero el esfuerzo y las buenas notas siempre ayudan en estos casos.
La vida de un estudiante deportista no es fácil de combinar, pero siempre hay que intentarlo. Todos caemos alguna vez en el camino, algunos se levantan, muchos nunca lo hacen. Puedes estar meses en el paraíso, pero siempre fallará algo en ese intento de perfección que tratamos de crear. Un entrenamiento que no te gusta, la presión de los exámenes, problemas familiares… A cualquiera le puede pasar, ¿pero qué pasa cuando todo se te viene encima a la vez? No caes, te hundes en el lodo, con pocas posibilidades de salir de nuevo a la superficie. Y esto fue exactamente lo que me pasó a mí.
Caí.
Con el tiempo se me cansaron las piernas de tanto patalear, el peso muerto de los brazos me empujaba hacia abajo y no podía respirar. Dejé de contar los días, me rendí. Lo que creía que nunca me pasaría a mí me pasó. Nunca se sabe lo que puede pasar.
Carpe diem. Esa era mi frase favorita, pero sentía que no le había sacado todo el partido que debería. Esta vez no saldría.
Pero todo el mundo tiene siempre un poco de suerte, ¿no? Desde que te toque la lotería a encontrarte con un viejo amigo, o encontrar algo justo cuando dejas de buscar. Esas pequeñas coincidencias que nos sacan adelante. Y como eso empezó, como una mera coincidencia. Como un golpe de suerte llegó la pala que intentaría salvarme.
Llegó él.
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How to run ©
Teen FictionInés tiene lo que a mucha gente le gustaría tener; una beca en la residencia de deportistas, algo que no le dan a cualquiera, algo para lo que hay que valer y para lo que no te puedes rendir. Así que esta soy yo, Inés Tárrega. Solo soy una deportist...