Único.

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Yoongi era feliz, muy feliz. Tenía una buena familia, con un padre empresario y una madre actriz, y prontamente, tendría una linda esposa. Sí. Yoongi era muy feliz. O eso decía continuamente cuando le preguntaban por su estado.

Hasta que llegó él, y con besos, caricias, y palabras, fue quebrando pedazo por pedazo la máscara que se había construido con sueños rotos, lágrimas y resignación. Y derribó la gélida pared de hielo que había construido a su alrededor. Esquivó sus defenzas y le dio una patada directo al corazón, y metió un gol.

...

Fue un viernes, lo recuerda bien, fue un viernes 15 de octubre, cuando su padre apareció con esa muchacha en su casa; era una joven muy bonita, y adinerada. Kim Rae Bin, con un rostro suave y delicado, facciones de muñeca, una bonita personalidad y dinero. Mucho, dinero. Una verdadera princesa.

No mucho después, fue anunciado su compromiso y Yoongi estaba feliz, muy feliz. Prontamente comenzaría a formar su familia con una mujer ejemplar, una esposa modelo. Sería como su padre, alguien exitoso y familiar.

Se casaron a penas ella cumplió veinte años.

No sabe cuándo fue que las cosas comenzaron a pudrirse con exactitud, sólo sabe que un día ya no sintió nada, nada de nada. No sentía ese cálido sentimiento al pisar su hogar, ni se sentían bien los fríos y suaves labios de su esposa. Mucho menos sus manos heladas tocando su piel. Porque Rae Bin es una princesa, la princesa de hielo, y Yoongi siempre estuvo consciente de este hecho.

Seguramente la rama comenzó a torcerse cuando fue a ese bar y tomó, tomó hasta que a la mañana siguiente despertó entre los brazos de un hombre. Se dio el tiempo de detallarlo bien, porque le había sido infiel a su perfecta esposa con él.

Los mechones negros caían con elegancia y cubrían parte de su rostro; tenía labios rellenos y esponjosos que se vio tentado a volver a besar, sus ojos eran pequeñas y rasgadas líneas delgadas, su nariz, sus mejillas, su frente, sus pómulos, sus pestañas...

Por algún motivo había dejado un beso en su frente y su número anotado antes de volver a su monótona vida.

No fue sino hasta mucho tiempo después que lo volvió a ver,pero esta vez no había una cama, y ambos llenaban trajes elegantes. No había una cama, pero sí una silla, un escritorio, paredes, habían tantas cosas que a Yoongi se le antojaron mancillar, ensuciar con su semen y el de su próximo socio.

Pudo sentir la corriente eléctrica atravesar su cuerpo, comenzando en su mano y recorriéndolo entero. Si sólo eso era capaz de hacer Jimin, quería saber qué más podía sentir.

Así comenzaron sus reuniones, hablando siempre de negocios, el otro ni siquiera parecía recordarlo y eso, aunque era extraño, lo hería de sobremanera. Se reunían cada semana para que la unificación de las empresas resultara exitosa y gratificadora. Pero mentiría si dijese que Yoongi sólo pensaba en negocios, y es que ese Park tenía un trasero de lo más satisfactorio y puede que más de una reunión se la haya pasado soñando que azotaba.

Pero Jimin jamás parecía querer nada y eso le frustraba, tal vez por eso volvió a tener sexo con su esposa, aunque ella no parecía contenta tampoco; se la pasaba suspirando de aquí para allí, con la vista siempre en el suelo y miraba su teléfono celular continuamente.

Uno de los días más locos de Yoongi fue ese 24 de diciembre, noche buena. Se habían juntado en su casa a cenar sus padres, sus suegros y hasta los hermanos de Rae Bin. Todo marchaba perfecto hasta que se escuchó el disturbio afuera.

—"Señor no puede pasar"— Decía el mayordomo.

Al parecer poco le importó su opinión porque en ese preciso instante, un hombre entró al comedor y su esposa se levantó de su asiento conmocionada.

—"Tae"— Susurró ella.

Yoongi no sintió nada, nada más que envidia al ver la historia de amor de su esposa. Al parecer ella tenía un novio pobretón que sus padres no aprobaban y la casaron para evitar que siguieran juntos. Aún así él luchó por ella, bonito, ¿No?. Habían tardado años, años donde ella soportaba tener que usar una máscara para ocultarse de todos.

El divorcio fue totalmente pacífico. Incluso le cedió parte de sus cosas para que puedan vivir cómodos, amándose. Y decidieron mantenerse en contacto, como amigos.

El día 8 de enero, Yoongi al fin sonrió cuando Jimin aceptó ir a beber un café a su casa. No estaba feliz, estaba auforico, limpiando a pesar de que había contratado a alguien para eso.

Esa noche durmieron juntos, acurrucados en el sofá.

En algún momento inexacto, las corrientes eléctricas pasaron a ser mariposas en su estómago, sonrisas y manos tomadas. Jimin era todo lo que quería y más.

Si hablamos de Jimin, él puede describirse todo, desde sus gruesos y dulces labios, hasta dónde están ubicados los lunares en su cuerpo. Yoongi conoce cada recoveco a la perfección, igual que Jimin con él.

Bastó sólo unas palabras convincentes de Jimin:— "Eres mi novio y punto"— Para que Yoongi decidiera al fin botar su propia máscara, dejarla caer y anunciar abiertamente su relación.

Recibió toda clase de mensajes y llamadas, desde insultos hasta felicitaciones.

Y Yoongi fue muy feliz, pero feliz de verdad, porque ya no tenía una sonrisa pintada, ahora era verdadera y todo se lo debía a Jimin.

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¡Que no soy cursi dije! Ahre 😂😂

Ahora se joden porque no tengo a nadie para darle besitos, así que voy a escribir muchas cosas demasiado rosas hasta para la del fluff sin porno aka yo 😂

¿Qué dije?😂 ignorenme, las pastillas me hacen mal XD

Bye~

Belén

Máscara «YoonMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora