Capítulo I

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Estando aquí siento que tengo todo lo que necesito y más, me siento completa y en paz.
- ¿Estás bien amor?.
- Estoy perfectamente bien.
Ambos nos miramos y sonreímos al mismo tiempo.
Esta playa en particular es nuestro lugar favorito, en este lugar hay decenas de recuerdos muy especiales para ambos. Aquí es donde todo comenzó, donde nuestra historia se empezó a concretar y donde quizás encuentre su final.
Sentir la arena debajo de mi cuerpo y la respiración y los latidos del corazón de Manu es una combinación muy agradable, podría pasar la eternidad así.
Los minutos transcurren con la imagen de un bello atardecer en la playa, mi mente repasa miles de momentos vividos y de repente siento la necesidad de mirar a Manuel.
Al parecer él tenía la misma necesidad ya que cuando lo observé, encontré su mirada sobre mí. Me preocupé al notar que una lágrima rodaba por su mejilla.
- ¿Qué sucede Manu?.
- Nada. Sólo pensaba. No es justo.
- Ya te dije qu ... Me abrazó fuerte y no me dejó continuar.
- Ya se lo que me dijiste pero me rehúso a aceptarlo. No puede terminar así, tenés que intentarlo.
- Hablamos sobre esto muchas veces, me aburre este tema de conversación. ¿Qué te parece si vamos por helado, caminamos por el parque y recordamos viejos tiempos?. Una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro y él no pudo evitar sonreír también, supongo que pensamos en lo mismo.
- Está bien, vamos.
Pasamos lo que restaba de la tarde en el parque y Manuel aprovechó a tomar unas cuantas fotografías con su nueva cámara. Si bien es un gran fotógrafo, sólo utiliza la fotografía como hobby debido a su falta de tiempo.
Ambos estudiamos psicología en la misma universidad y él simultáneamente estudia contaduría. Los dos tenemos trabajos de medio tiempo y a pesar de que no ganamos demasiado dinero, es el suficiente para pagar el alquiler del departamento y los gastos básicos.
Aunque no llevamos una vida de grandes lujos, somos felices. 
Con Manu nos conocimos hace 6 años a través de una red social. Jamás imaginé que terminaríamos enamorados y mucho menos que pasaríamos por tantas cosas juntos.
Recuerdo que la primera vez que hablamos me cayó bien muy rápido, la charla era cómoda y fluida y nos unieron las cosas que teníamos en común. Por ese entonces ambos teníamos quince años y éramos dos adolescentes que habían crecido de golpe debido a la vivencia de situaciones difíciles que tuvimos que afrontar. Desde ese día creí que el destino nos había cruzado por un motivo muy especial y es hasta el día de hoy que lo termino de entender. 
Al llegar al departamento buscamos el pote de helado que estaba en el freezer y nos dispusimos a comerlo mientras disfrutábamos de una buena película de terror. A pesar de que él no es muy amante de ese género, yo sí y como quiere consentirme en todo, prácticamente vivimos mirando lo que a mí me gusta.
Como era de esperarse nos quedamos dormidos en el sillón. A la mañana temprano, los rayos de sol que se colaban por la ventana iluminaron la sala e hicieron que despertara. Como Manuel seguía dormido pensé que ir a comprar algo para el desayuno sería un lindo gesto, no lo dude ni un segundo. Me lavé la cara, los dientes, cepille mi cabello, me cambie y partí rumbo a la tienda más cercana.
De vuelta en casa, dejé el café y las medialunas sobre la mesa y me dispuse a tomar una ducha para relajarme un poco.
Mientras me estaba enjuagando el pelo sentí como mi vista se volvía borrosa, todo a mi alrededor parecía dar vueltas y de repente un golpe vuelve todo negro.
Cuando despierto, me encuentro en una camilla, con fuertes dolores en mi cabeza y pecho. No tardo demasiado en darme cuenta que estoy en un hospital, así que comienzo a llamar a alguna enfermera. Después de dar un par de gritos entra a la habitación una joven de melena rubia, alta y con una belleza natural impresionante.
- ¿Micaela no?.
- Así es. Un momento, vos sos la enfermera que me atendió una vez hace unos meses.
- Sí, me llamo Lara. Lara me sonríe y le devuelvo el gesto.
- Lara, ¿sabrías decirme si hay un chico allí afuera?.
- Sí, de hecho me estuvo preguntando por tu estado a cada rato. Ya lo hago pasar.
- Gracias.
Lara desapareció de la habitación y al cabo de unos segundos entró Manuel.  Su cara no expresaba ningún sentimiento más allá de la tristeza y la preocupación.
- Volvió, ¿no es así Manu?.
Al oír esas palabras no hizo más que bajar la mirada apenado. Eso me bastó para comprender que el infierno estaba comenzando.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2016 ⏰

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