Sequía

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Oculta en tu tienda de campaña. Es mejor estar tapada. Para que nadie vea los ojos rojos y llorosos. Escuchando música. Aunque no te identificas con la mitad de canciones, lloras. Intentas poner a la música como excusa pero solo está de fondo. La verdadera causa de todo está en el corazón. O en el cerebro, ¿quién sabe? Ojalá saber como pararlo. Darías mucho por poder pararlo realmente. Por convertir las tardes solitarias invernando en felices ratos. Pasear. Reírte. Sin ganas no es posible. Te parece tener el mundo en contra. Simples películas que tu mente monta. Un cúmulo de cosas. Soñando despierta. Intentas aplicarte los consejos que dabas. No es tan fácil como parecía. Empiezas a entender las cosas. Ni te imaginabas lo duro que sería. Barajas todas las opciones. Sinceramente, no crees que ninguna cambie las cosas.
Te gustaría lanzar el móvil. Ver su foto solo lo empeora. Escribes y borras el mismo mensaje tantas veces como lágrimas caen de tus ojos. Te llamas a ti misma cobarde. Crees que nada puede estar peor. Aún así no pulsas el botón de enviar. Tienes miedo. Quizá no soportarías la respuesta. Pero nada cambiaría. Seguirás llorando en tu cama. Pero no culpas a esa persona. Eres tú la que te has enamorado como nunca antes. La que necesita sus labios como cualquier persona el agua. Por eso te estás quedando seca. Y sobrevives a duras penas. A base de pequeñas gotas contaminadas.
Estás tan desesperada que incluso intentas odiar a lo que tanto amas. Claramente: Misión fallida. Tiene defectos. Como todo el mundo. Comparado con lo bueno te parecen insignificantes. Solo te vienen a la cabeza los buenos momentos. Sus ojos. Su voz. Su risa. Tu corazón bombeando a gran velocidad. El cruce de miradas. Tu sonrisa al ver la suya. Disfrutas cuando está feliz. No puedes odiar a quien te alegra después de todo. Aunque solo te haga sonreír una vez al día.
Observas su figura constantemente. Podrías dibujarla incluso con los ojos tapados. Vivirías eternamente escuchando su voz de fondo narrando historias de amor. Analizas a sus amigos y amigas. Qué suerte. Pero ni siquiera sientes celos. Lo único que quieres es ver que está feliz. Que nadie se atreve a romper su corazón. No soportarías ver que está en una situación semejante a la tuya. Sufrirías por dos. Sería tu tumba.
Ya te has dormido. En la misma posición que los días anteriores. Y probablemente en la misma de los próximos días. Con la cara empapada. Los ojos hinchados. Tienes todas las esperanzas puestas en que cada día sea menos peor. No te puedes equivocar.

El lado maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora