El norte se siente, se impone, nos marca. No importa cuánto nos alejemos de su centro de gravedad, invariablemente seremos atraídos a su núcleo por una corriente invisible que nos jalara como la tierra a las gotas de agua, como el imán a la aguja, como a la sangre a la sangre, como el deseo al deseo.
En el norte está mi origen, escondido en la primera mirada de amor de mis abuelos, en el primer roce de sus manos. El proyecto de lo que yo sería se concretó con el nacimiento de mi madre. Sólo tuve que esperar a que su deseo se uniera el mi padre para ser atraída irremediablemente a este mundo en qué momento.
¿En que momento la poderosa mirada del imán del norte se unió a la del mar? Porque la otra mitad de mi origen proviene del mar. Del origen del origen. Mi padre nació junto al mar. Ahí, frente a las verdes olas, los deseos de mis abuelos hicieron uno para darle a el cabida en este mundo.
¿Cuánto tiempo le toma el deseo enviar la señal correcta y cuánto pasa de que llegue la respuesta esperada? Las invariables son muchas, lo que es innegable es que todo el proceso empieza con una mirada. Ella abre un camino, una vereda sugestiva que más tarde los amantes caminaran una vez una y otra vez.
¿Habre presenciado la primera mirada de amor de mis padres? ¿Dónde estaba yo cuando eso sucedió?
No puedo dejar pensar en todo esto ahora que observó la mirada perdida de mi padre que vaga inconsciente por el espacio. ¿Estará buscando otros universos? ¿Nuevos deseos? ¿Nuevas miradas que jalen a otro mundo? Ya no habla. No lo puedo saber.
Me gustaría enterarme de lo que escucha. De cuál es el llamado que espera. Saber quién lo jalara al otro mundo y en qué momento
¿Cuál será la señal de partida? ¿Quién se la dara? ¿Quién lo guiará? Si en este mundo las mujeres somos la puerta la de la vida ¿Lo seremos en el más allá? ¿Qué partera lo asistirá?
Me gusta creer que el inciencio que mantengo encendido en la habitación, es el que está creando una trenza, un lazo, una cuerda por media en la cual va a recibir ayuda que necesita. El humo aromático y misterioso no para de hacer volutas en el aire, que se elevan al cielo girando en espiral, y no puedo dejar de pensar que están formando un cordón umbilical que va a conectar a mi padre con los estratos celestiales celestes para llevarlo de regreso al lugar de dónde vino.
Lo que ignora es de dónde vino. Y quién, o que, lo esperara en el más allá.
La palabra misterio me asusta. Para contrarrestarla me aferro a los recuerdos, a lo que sé de mi papá. Me imagino que él también está atemorizado, pues sus ojos ciegos aún no alcanzan a vislumbrar lo que espera.
Si todo comienza con una mirada, me preocupa que mi papá no distinga entre otras presencias que no desee dar el primer paso ahora en otra verdad. ¡Ojalá que pronto pueda ver! ¡Ojalá que su sufrimiento terminé! ¡Ojalá que un deseo lo jalé!
Querido papi, no sabes lo que yo diera por iluminar tu camino. Por ayudarte en este tránsito como tú me ayudaste a mi llegada a este mundo, ¿te acuerdas? De haber sabido que tu tierno abrazo me sostendría, no me habría tardado tanto en nacer.
¡Pero cómo saberlo! Antes de verte a ti y a mi madre, todo era oscuro y confuso. Tal vez igual como ahora se presenta tu futuro. Pero no te preocupes, estoy segura que allá donde vas, alguien te espera, como tú me esperabas a mí. No me cabe duda que hay unos ojos que mueren por verte. Así que marcha en paz. Aquí sólo dejas buenos recuerdos. Que las palabras te acompañen. Que las voces de todos aquellos que te conocieron resuenen en el espacio. Que te abran camino. Que sean ella las voceras, las mediadoras que hablen por ti. Las que anuncien la llegada del padre amoroso, del telegrafista, del contador de historias, de la carita sonriente.
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Tan veloz como el deseo
RomanceLaura Esquivel nos brinda un hermoso relato ambientado en México, a principios del siglo XX, con posterioridad a la Revolución Mexicana; la historia de Júbilo, un hombre que nació con el don de la alegría y la capacidad de "escuchar" los verdaderos...