Laura Esquivel nos brinda un hermoso relato ambientado en México, a principios del siglo XX, con posterioridad a la Revolución Mexicana; la historia de Júbilo, un hombre que nació con el don de la alegría y la capacidad de "escuchar" los verdaderos sentimientos de las personas no expresados en palabras. Desde pequeño, Júbilo -el último de doce hermanos de una familia humilde- se convierte en el intérprete entre su abuela de origen maya y su madre de origen español. A caballo entre dos culturas, sirve de lazo entre esas dos mujeres irreconciliables, propiciando su entendimiento mediante una adaptación muy libre de sus palabras. Júbilo ha descubierto el podré de las palabras, tan grande como es el deseo, y ello determinará que elija convertiste en telegrafista para poder seguir traduciendo e interpretando a su antojo. Su profesión, así como su bondadoso y jovial carácter, le llevan a convertirse de nuevo en mediador entre enamorados y enemigos. Sin embargo, su mayor don iba a convertirse en su peor desgracia. Tras años de feliz matrimonio con la aristocracia Lucha, marcado por una profunda pasión y venciendo los obstáculos de sus diferentes clases sociales, Júbilo tendrá que sufrir el castigo más terrible, dos cuerdas de guitarra que dejan de vibrar en armonía el peso del silencio. A través del relato de su hija Lluvia, que lo acompaña en sus últimos días, postrado en el lecho y privado de la palabra, descubrimos la historia de Júbilo: los fantasmas del pasado, sus amigos incondicionales y la sombra del cacique don Pedro que jugó un papel determinante en su vida. Sin embargo Júbilo, que conoció como nadie la discordancia entre el deseo y la palabra, y que se convirtió en caja de resonancia con la capacidad de transmitir las vibraciones del universo, todavía deberá aprender una última lección: después de todo, el amor sigue viajando a la velocidad del deseo.