unico capitulo

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 Desde la muerte de Sehun , baekhyung  venía todas las tardes a recostarse en esta baranda, como si le agradara contemplar el río de gente. Hombres maduros con su valijita rectangular de casi ejecutivos, lentos viejos en la etapa del bastón, muchachas de espléndido vaivén, señoras con perro, trabajadores de overall, policías, mendigos, todos concurrían y transcurrían. En aquella esquina clave, donde tantas veces había esperado a sehun cuando salía del Banco a encontrarse con el , baekhyung  sabía, estaba absolutamente seguro, que en algún instante [nunca era el mismo] aparecería sehun , la imagen de Sehun , caminando entre los otros, pero mucho más simpático y apuesto que los demás.
      Era una imagen nítida, poco menos que real, sólo que transparente. Todo en él [traje, brazos, piernas, hasta los zapatos] era transparente. Todo, menos la mirada. Quizá esto se debiera a que lo último vivo que recordaba de sehun eran sus ojos. O tal vez se debiera a que sehun tenía ojos muy cálidos y a la vez penetrantes. Lo cierto era que en la visión aquellos ojos no eran transparentes. Más bien tenía la sensación de que ella se volvía transparente cuando esos ojos
[que ella conocía tanto] la miraban. Y esto no sólo acontecía en el presente espejismo; también en la realidad había sido así.
      Era tan transparente la imagen que, a través de ella, baekhyung distinguía a los demás transeúntes como detrás de un cristal coloreado. Porque se trataba de una transparencia de color. Como el traje azul que vestía Sehun  era transparente, ella veía, por ejemplo, los brazos bajo las mangas, pero como los brazos eran a su vez transparentes, no ocultaban el pedacito de calle o de gente que permanecía detrás.
      Baekhyung no se inmutaba. No creía en absoluto que aquello fuese algo mágico. Una noche se lo contó a chanyeol y éste sonrió y le tocó la frente con el índice: «Lo que pasa es que lo tenés aquí». Entonces el le tomó el dedo con una mano y lo apoyó sobre su propio corazón: «Y también aquí». Pero ambos sabían [y sobre todo baekhyung] que la imagen era una proyección de muchas cosas más.
      En su momento había llorado, claro. Había llorado mucho. Pero a esta altura ya había admitido para sí mismo la muerte de Sehun. Sin embargo, la imagen venía todas las tardes, y el no podía evitar el venir a esperarlo. «Después de todo, es una forma insólita de asumir tu duelo», le diagnosticó Lisa, que era sólo cuñada de un analista pero manejaba con espíritu amateur la jerga profesional. Baekhyung  asentía con la cabeza, pero en el fondo sabía que no. En realidad, ya había tenido su «duelo» y se había sentido destruido; «hecha bolsa» como dice su sobrina adolescente, o «hecha mierda» como se decía el  mismo  cuando se miraba al espejo y veía el trajinado dolor, no sólo en sus ojeras [que es lo clásico] sino también en su pelo, en su boca, en su pescuezo. Lo que más le costó aceptar era que sehun muriera cuando vivían su etapa más feliz como pareja. Nunca se había sentido tan cerca de Sehun  como en la mañana de ese puto día en que él se quedó de pronto mudo e inmóvil, no ya en medio de una frase sino en mitad de una palabra. Todavía recordaba con exactitud el sonido de la sílaba viva, pero aún no tenía el coraje de imaginar, de hacer sonar para sí misma, la impronunciable sílaba muerta. No obstante, había acabado por aceptar hasta esa palabra rota.
      La recuperación del ánimo vino de a poco. «No te martirices tratando de animarte artificialmente», le había dicho chanyeol  «Sos un tipo muy vital, y si dejás que el tiempo pase, simplemente pase, ya vas a ver cómo la vida te invade de nuevo». Y fue rigurosamente cierto. El tiempo pasó, simplemente pasó, y una mañana se miró al espejo y tuvo un poco de vergüenza al encontrarse lindo . Pero se encontró. Días después advirtió en la calle que era contemplado con atención, y el que la miraba era un tipo joven [«de ojos cafe », lo fichó al pasar] y por primera vez, después de tanto tiempo, eso lo estimuló. En dos semanas más, se le pasó la vergüenza de sentirse cada día mejor.
      Pero igual iba a recostarse todas las tardes, a la misma hora, en aquella baranda, para esperar a sehun el transparente. La imagen se acercaba caminando, al mismo ritmo que los otros, y también se iba con los otros, ni sin antes mirarlo, y era la mirada honda que ella conocía.
      En realidad, no eran muchos los que estaban en el secreto: chanyeol, Lisa, chen. Pero Lisa y Chen  se preocupaban demasiado cuando el empezaba a hablar de la transparencia. Quizá les parecía que ese espejismo podía desembocar en una neurosis, o en un simple desajuste mental. Trataban entonces de tomarlo a broma, pero inmediatamente advertían que eso podía agraviar a baekhyung Y cambiaban de tema.
      Chanyeol  en cambio la escuchaba con naturalidad, y si le preguntaba: «¿Cómo estaba hoy? ¿Triste, alegre?», baekhyung sabía que no había en la pregunta el menor atisbo de burla o de ironía. Sencillamente, chanyeol quería saber de qué talante había estado sehun, la transparente imagen de sehun. Y era lógico que así fuera, porque chanyeol también lo había querido mucho. Cuando sehun murió, para chanyeol había sido algo así como la pérdida de un hermano. Por eso el se encontraba tan cómodo con él; porque ambos recordaban a sehun sin ningún preconcepto [ni posconcepto] y hasta se reían a veces cuando evocaban una situación embarazosa, o ridícula, de un pasado que incluía a los tres.
      A veces, después de ver la transparencia, baekhyung se encontraba con chanyeol e iban al cine. También iba al cine con chen, o con Lisa, o con ambos a la vez, pero nunca después de la baranda. Porque después de la baranda el quedaba en un estado de ánimo muy particular [no exactamente de tristeza, ni de nostalgia, ni siquiera de euforia, pero de todos modos un estado de ánimo especial] que sólo chanyeol era capaz de bancar. Él sabía que cuando la encontraba después de la baranda, tenía que quedarse callado una media hora, y él respetaba escrupulosamente el convenio tácito. A veces el a hablaba antes de cumplirse el plazo, y entonces, por supuesto, chanyeol continuaba el diálogo. Pero en ese caso no importaba, porque la responsabilidad era de ella.
      Una de esas tardes no fueron al cine, pero sí a la casa de baekhyung .Muchas veces había ido chanyeol , en vida de Sehun , y también después. Pero esa tarde se dio una especial comunicación. Tal vez todo empezó cuando el le ofreció un trago: ¿whisky?, ¿vodka?, ¿ron? Él dijo vodka, y casi se arrepintió. El se dio cuenta: «¿Qué pasa?» «Nada, sólo pensé que la vodka me gusta helada. No con hielo, sino helada.» «Claro. Está en la heladera», dijo el  y él celebró largamente ese alarde de cultura etílica.
      Después hablaron largamente, como cuatro horas. Un poco acerca de sehun, pero como chanyeol recordaba las opiniones políticas de sehun, el tema de pronto se amplió. «Eso me gustaba en él», dijo chanyeol «Era claro, era concreto. No te tiraba por la cabeza todas sus lecturas. A mí personalmente no me gusta cuando alguien me empieza a apabullar con todos los Marx y Lenin que en el mundo han sido. La pucha. Me siento un pigmeo. Y Sehun  tenía eso de bueno. No te aplastaba. Vos pensabas que te estaba hablando de un tema tan cercano como la huelga de carniceros, y sólo después te dabas cuenta de que había estado desarrollando su personalísimo enfoque de las relaciones sociales de producción. Su conversación era eso: una conversación. No un ensayo, con notas al pie.»
      Baekhyung se quedó un rato como absorta. El también podía haber aportado, a ese respecto, sus propias reminiscencias y experiencias: por ejemplo aquellas madrugadas que los encontraban, a sehun y a el , discutiendo [él, en la cama, apoyado en un codo, fumando y fumando; el, fumando también, pero sentado en la turca, con la pared como respaldo] sobre las contradicciones entre práctica y teoría, o la fórmula para evitar las caídas en el elitismo de vanguardia, o la manera de encontrar el punto medio entre obrerismo e intelectualismo, o [un tema que a el le fascinaba] cómo distinguir el gusto legítimo del pueblo, de ese otro gusto, también popular pero deforme y estragado, que es producto de una alienante cursilería, minuciosamente planificada por un clan internacional de canallas y especialistas. A veces los encontraba el día en ese intercambio, y sehun concluía por trabar el despertador diez minutos antes de que sonara [«para que no chille la histérica del octavo»]. Luego, durante la jornada, andaban como zombis, pero valía la pena.
      Sobre eso cavilaba baekhyung  tan ensimismado que no percibió la mirada de chanyeol De pronto él dijo: «¿Sabés qué es lo que más me gusta de ti?» baekhyung se sobresaltó, un poco porque estaba en otra cosa, y otro poco porque se erizó frente a la chocante posibilidad de que, en aquel preciso instante, chanyeol  le soltara un piropo. Pero él completó: «Lo que más me gusta de ti, es que tengas la vodka en la heladera». Baekhyung rió, desarmado. Y a partir de ese momento crítico, la afirmación en la confianza mutua tuvo mucha importancia.
      Al día siguiente, la transparencia de sehun demoró un poco en aparecer. Baekhyun , apoyado en la baranda, no se impacientó. Sabía que llegaría. Y así fue: surgiendo entre un lustrador de zapatos y un hombre de guardapolvo gris, estuvieron de pronto la transparencia y la mirada de Sehun. La mirada la miró, como sonriendo. Y desapareció antes que de costumbre.
      Más tarde se encontró con chanyeol y fueron al cine. La película era tan melancólica, que baekhyung no tuvo más remedio que tomar una mano de chanyeol. Después la película dejó atrás su melancolía, pero las manos siguieron juntas. Chanyeol se sorprendió con cierto inesperado despertar de su piel. La mano de chanyeol  fue persuasiva. También ingenua, pero sobre todo persuasiva. Cuando salieron, caminaron varias cuadras, sin hablar. Claudia no se habituaba así nomás a sus nuevas sensaciones.
      A la mañana se miró al espejo y se halló tan lindo como en tiempos de sehun. No se sintió incómodo. Ni culpable. Fue como de costumbre a la baranda. La gente estaba más apurada o más nerviosa o más tensa que de costumbre. En alguna parte sonaban estridentes sirenas de ambulancias, bomberos o coches policiales. Nunca había sabido cuál era cuál: todas la asustaban. Algunos muchachos pasaron corriendo. Otras personas se limitaban a mirar, tratando infructuosamente de parecer lejanas. De pronto, en medio de un grupo de gente que se acercaba, le pareció distinguir a chanyeol. Al principio no quiso creerlo. Pero efectivamente era chanyeol. Él miró hacia la baranda, y baekhyung agitó la mano. Le gustó que él hubiese tenido la osadía de venir a buscarlo allí, precisamente allí. Él levantó los dos brazos, como haciéndole entender, aun desde lejos, que estaba contento de encontrarlo. Le costaba acercarse. Había mucha gente y muchos automóviles. Además era viernes, y los viernes el mundo parece crecer y a la vez apretujarse.
      Por fin,chanyeol  pudo avanzar entre el gentío. Subió de a dos los escalones y llegó a la baranda. Lo besó en la mejilla, como siempre, pero le puso un brazo sobre los hombros. Qué alto es, pensó el. Se alejaron lentamente. Desde lejos, parecían una pareja. Desde cerca, también.
      Sólo cuando habían caminado dos cuadras, baekhyung tomó conciencia de que la transparente imagen de sehun había faltado a la cita. Entonces supo que, de ahora en adelante, aunque ella siguiese viniendo a la baranda, sehun no iba a volver. Estaba segura. No iba a regresar más. Era como si él se hubiera propuesto una misión y la hubiese cumplido. No, no iba a volver. El lo conocía mejor que nadie. 

pero dejo a alguien especial para el , y ese alguien era chanyeol .

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2016 ⏰

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TRANPARENCIA [ CHANBAEK , SEBAEK ] ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora