Lo que quieres de nosotras

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¿Por qué? Es mi único cuestionamiento.

¿Por qué una chica ha de sentirse así en cualquier situación? Tan cohibida y sin control, tan frágil, tan rota, tan desubicada, tan perdida. 

¿Qué sentido tiene que una chica se sienta así sin importar lo que haga? 

Es que a nadie le importa. A nadie le interesa más que a ti misma. A nadie le interesa lo mucho que te costó subir o bajar esos kilos, para verte mejor (o dicho de otra manera: para encajar en sus estándares); a nadie le importa la cantidad de cortes y quemaduras en tus muñecas, en tus piernas, en tu cuerpo, son sólo cicatrices sin sentido, estúpidas a sus ojos; a nadie le importan esos pensamientos recurrentes de querer morirte, de querer no levantarte para no ver los ojos de quien te lastima. A nadie le interesa cómo te sientes por los piropos que te lanzan desgraciados en la calle, y, peor aún, lo triste que es que ni siquiera haya alguien que te de un simple cumplido. A nadie le importa el tiempo que anduviste contando calorías y sin comer, tampoco el ejercicio excesivo y mucho menos las veces que te subiste a la balanza para ver si habías perdido al menos unos cuantos gramos. Es que ni siquiera les importó cuando te vieron vomitar en aquel baño. 

A nadie le interesa. A nadie le interesa mínimamente la cantidad de insultos por los que has pasado, la cantidad de sacrificios que has hecho, el miedo, la soledad, la ansiedad que has sentido. A nadie, en absoluto, le importa. 

Ni siquiera aquellos que dicen que lo hacen, que les interesa. Eso no es cierto. Acostúmbrate, querida, acostumbrate a sentirte sola y abandonada y dejada de lado. Eso es lo que sucede en el mundo real. 

Pero ten algo en mente. Tienes todo lo que se necesita. Te tienes a ti misma. Alta, bajita, delgada, gruesa, blanca, morena, negra, heterosexual, homosexual, bisexual: todo va a lo mismo. Estás viva y eso es suficiente. 

Sonríe cuando sea necesario, baila sola en las fiestas si es preciso, mira los atardeceres y compártelos con quienes merezcan ver y saber de ese atardecer contigo. Ponte los vestidos que quieras, las faldas que te plazcan, los crop tops, los tacones, los tenis, las sudaderas. Haz lo que se te pegue en gana. Porque a ellos no les importa tampoco. 

No tiene sentido que les importe cómo te ves y cómo actúas si no saben lo que sientes, ni porqué lo haces, ni qué te motiva. 

Pruébales que lo que hacen y dicen no te afecta, no destruye tus metas tan fácil. Que su egoísmo no es suficiente para romperte, porque eres tú, estás viva y has llegado hasta aquí y eso es más que suficiente para demostrar la fuerza que tienes. 

Estudia y aprende lo que te plazca. Se doctora, enfermera, veterinaria, chef o lo que quieras. Se ingeniera, matemática, piloto. Ensúciate las manos y vénceles con cerebro y determinación. Tienes todo lo que les hace falta. 

Eres mujer, puede que nacieras así físicamente, puede que te hayas encontrado a ti misma en el cuerpo de un chico, un cuerpo que no sentías como tuyo. Eres tú y eso es perfecto. Pruébales que el mundo no gira alrededor de ellos; que hagan lo que hagan no tienen fuerza suficiente para detener al huracán que eres. Que tu cuerpo no es un templo, sino una selva preciosa, que sin importar cuántas veces te destruyan, volverás a crecer, a extenderte. No pueden controlarte y obligarte a ser lo que no eres. No pueden solo creer que estás ahí para satisfacerles, para cumplir como el eslabón que necesitan para avanzar un paso, pero que a los siguientes dos se olvidan de ti.

Eres mujer inolvidable, invaluable, increíble. Eres mujer y eso es todo. Y no hablo de tu sexo, no hablo de tu forma de verte, sino de sentirte y de vivir. 

No permitas que te destruyan, tampoco permitas que destruyan a otra. Somos lo mismo. De aquí o de allá, somos todas seres perfectos y capaces. Lucha por ti y lucha por otros si te nace. Pero lucha. 

Somos una revolución, que estallará en cualquier momento. 


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