Capítulo 1 - Não te preocupes.

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  El avión recién había aterrizado. Manuel estaba buscando nuestro equipaje mientras yo revisaba el teléfono y le avisaba a toda la familia que estábamos bien. Corina, la más pequeña, me había enviado un vídeo de ella haciendo una pirueta mientras Joaquín la sostenía. Los extrañaba horrores y recién habían pasado 20 horas. Helena estaba en casa de Juan, su novio, y yo no podía estar más feliz de la persona que había elegido.

- Mi amor – escuché que Manuel me llamaba – ya llegaron los bolsos, deberíamos ir por un taxi. Acá son las 3.00 am, no podemos estar dando muchas vueltas.

- Claro – sonreí sin prestar demasiada atención. Manuel besó mi frente y tomó mi mano para salir.

El hotel era hermoso. La Residence Saint Michel era lo más bonito que había visto en un largo tiempo. Mis padres habían estado ahí en el verano y Manuel había pensado que era mejor ir a un lugar recomendado. No se equivocaba, era simplemente espectacular.- ¿Te gusta cariño? – estaba en el balcón apreciando la noche francesa. Manuel había salido y me sostenía por la cintura.- Claro que si – suspiré – es simplemente hermoso – me di vuelta entre sus brazos y lo miré de frente, de repente las cosas no me parecieron tan malas – gracias por todo esto, de verdad – lo abracé – nadie hubiese pensado que me escuchaste hace 20 años y que ahora me ibas a sorprender así – sentí sus brazos aferrarse a mi cintura y envolverme con amor. Justo en ese momento, justo en esa posición, me sentí culpable. Manuel hacía todo por nosotros y yo hacía todo por huir. Tal vez mi pensamiento de cambiar la vida no significaba cambiarlo a él, sino cambiarme a mí.- ¿Qué te parece si dormimos unas horas y mañana vamos a la Torre Eiffel? – le sonreí y besé su frente.- ¡Por supuesto que sí! – dije emocionada – estoy que me muero de ganas – lo besé y entré al cuarto. Tal vez, sólo tal vez, lo único que necesitaba era reencontrarme con mi amor por él.Fueron las dos mejores semanas de mi vida, no voy a discutirlo. Salimos a cenar como cuando teníamos 20 años, trasnochábamos mirando películas y haciendo el amor hasta altas horas de la madrugada. Caminábamos de la mano, nos besábamos en las esquinas. Simplemente había vuelto la magia. Y yo, yo era feliz otra vez. Y el parecía serlo también. Teníamos nuestro espacio juntos, y cada uno el suyo.


- ¡Amor... – grité entrando en la habitación – ...vamos a llegar tarde al aeropuerto, se nos va a ir el avión! – Manuel no estaba por ningún lado - ¿Manuel? – entré al baño y nada, en la recepción tampoco estaba porque yo venía de ahí – Qué raro... tal vez conteste al celular – marqué y a los dos timbres, el celular empezó a sonar dentro del cuarto. Bastante extrañada caminé hacia el mientras cortaba. Manuel no estaba, pero todas sus cosas seguían allí. Tomé el teléfono y lo desbloqueé, tal vez algo allí me diera una pista de donde podía estar. Revisé sus llamadas, pero nada. Revisé su mensajería instantánea, tampoco. Pero cuando entré a la casilla de mensajes de texto, un número desconocido llamó mi atención "Te espero donde el jueves, no tardes, me quiero despedir". No puedo explicar lo que sentí en ese momento, creo que el mundo se me vino encima 10 veces en un minuto. Yo no sabía dónde era "donde el jueves", pero tenía bien en claro que me iba a quedar ahí a esperar a que volviera. Necesitaba explicaciones.

La hora pasaba y no había noticias. Ya eran las 17 hs, el avión salía a las 19.30 y Manuel todavía no volvía. Llevaba esperándolo 30 minutos, pero nada. El tiempo avanzaba y yo seguía sola. No sabía si tenía que preocuparme, si tenía que alegrarme porque me estaba ahorrando una discusión, o si tenía que largarme a llorar porque había deseado tanto cambiar mi vida que parecía que ahora estaba pagando por ello.

Cansada volví a mirar el reloj. Ya eran las 18. Definitivamente iba a perder mi avión. De lo cansada y abrumada que estaba me tiré en la cama, mandé un mensaje a Helena diciéndole que se retrasaba el vuelo y cerré los ojos. No tenía ni idea de qué hacer. Me empezaba a preocupar que de verdad le hubiese pasado algo malo.
Después de dar vueltas y todavía sin noticia, decidí bajar al lobbie. Alguien tal vez podría darme alguna noticia. Mientras caminaba por el pasillo pensaba en qué era lo que tenía que hacer, si debía quedarme y buscarlo o si tenía que tomar ese mensaje como un engaño y volverme sola a Buenos Aires. No lo sabía y tampoco lo supe después, en la recepción del hotel nadie supo darme ninguna información y lo único que pasó fue que mis nervios aumentaron de 100 a 1.000.000. No podía dejar de pensar, necesitaba que alguien me dijera "Indiana, hacé esto". Pero no, no tenía a nadie ahí y tampoco quería preocupar a nadie en Argentina. La situación me estaba superando, tanto así que arrollé a alguien por el camino.
- ¡¿Pero qué...?! – no terminé de hablar cuando la persona contra la que había chocado me tendió la mano.
- Minhas desculpas, não te vi – lo único que pude hacer en ese momento fue quedarme mirándolo. No había entendido ni dos palabras de lo que había dicho, pero su acento y sus ojos verdes eran tan hipnotizantes que poco me importaba el hecho de estar tirada en el suelo con cara de tonta - ¿precisa de ajuda? – eso sí lo entendí, ese hombre hablaba en portugués y vaya que sonaba genial.
- Estoy bien – dije tartamudeando mientras aceptaba su mando, él sonrió. Chueco y de costado, pero otra vez quedé congelada – perdón por haberte atropellado – sonreí apenada. Ni siquiera sabía si me entendía.
- Não te preocupes, No hay problema – habló despacio haciéndose entender, sonreí. Nada era más adorable que ver a alguien intentando hablar español.
- Debo irme, perdón de nuevo – solté mientras lo saludaba con la mano y volvía a mi habitación. Vaya que había una mujer con suerte en ese hotel, ese hombre era increíblemente divino.
Por más que hubiese chocado con un dios que hablaba portugués, esa fue la peor noche de mi vida. Manuel no apareció, Helena no dejaba de llamar para ver por qué se había retrasado el avión, y yo no dejaba de pensar qué era lo que tenía que hacer. Por la mañana, con lo que creí que eran las ideas claras, armé mis valijas, fui a la policía de Francia, denuncié que mi marido se había perdido y luego me tomé el primer avión de vuelta a Buenos Aires. Alguien tendría que decirle a nuestra familiar lo que había pasado, incluso si Manuel me había abandonado, por lo pronto, solo era un desaparecido más.
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Hola a todos!!Acá les dejo el primer capítulo, la historia empieza a tomar forma. Espero y la disfruten tanto como yo. Estoy viendo que hay visitas y me llena de alegría, espero que alguno pueda dejarme por escrito qué le pareció la historia. Les dejo un beso y un abrazo gigante, entre mañana y pasado voy a estar subiendo el segundo capítulo.
Corazones de papel ❤

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