You make me strong

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No me lo podía creer, ¿de verdad había suspendido este examen?

-Señorita Young estoy muy decepcionado con usted, esperaba más-el profesor Richards me dijo mientras se recolocaba las gafas. 

-Yo... No sé que ha podido pasar, señor he estudiado durante un mes todos los días para este examen, no entiendo como he podido fallarlo-le respondo dejándome caer en la silla y volviendo a contemplar la nota. 

-Lo siento señorita, pero no está aprobada, ahora, si me disculpa tengo más alumnos que atender-él hombre canoso abre las puertas del despacho invitándome a irme. Yo me levanto y le dejo el examen encima de la mesa, salgo cabizbaja y me dirijo a la salida de la universidad. ¿De verdad he sacado tan mala nota? Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando pongo un pie en la calle, hace frío pues estamos a mediados de diciembre. Mientras me dirijo al negocio de mi prima por las heladas avenidas mi cabeza no deja de recordarme la mala nota que he sacado. A ver no soy chica de dieces pero, ¿un suspenso? No, no me lo permito y menos cuando he estudiado más para ese examen que para cualquier otro. Entro en la pequeña cupcakería de mi prima agradeciendo internamente el calor que hace allí dentro. Ella me saluda con una sonrisa mientras yo me adentro en su despacho, después de quitarme el gorro, los guantes, la bufanda y el abrigo me pongo el delantal y en mis  labios se ve una sonrisa, falsa, pero es una sonrisa. Me paso las siguientes tres horas atendiendo a los clientes, hoy es uno de esos días en los que me pregunto por qué no me puse mis botas calentitas y lo más importante planas esta mañana en vez de estos altísimos tacones. Suelto un suspiro alejando los cabellos que me molestan, debo ir a cortarme el pelo, ¡y cuánto antes! Despido a una pareja de ancianos que me enternece el corazón y a la vez me producen dolor, extraño a Zayn, demasiado, llevamos ya tres meses sin vernos y necesito sentirlo a mi lado. Me permito entristecerme algo más al recordar cómo se burlaron hoy de mí mis compañeros al yo exponer las razones por las cuales pensaba que una relación a distancia vale la pena. Ellos son más del tipo “aquí te pillo aquí te mato” y uno en particular me produce grandes dolores de cabeza, Matthew Brooks es el individuo del cual estoy hablando, es arrogante, grosero y cree que la vida le debe algo y por eso encuentra en mí un blanco fácil del cual aprovecharse.

-¿Cómo fue el día cariño?-Zoe me pregunta con su perpetua sonrisa alargando sus labios.

-Mejor no lo comentemos-le respondo rodando mis ojos y trabando mi fleco tras mí oreja, esperando que se quede ahí más que unos cuantos segundos.

-¿Tan malo fue?-veo un brillo de diversión en sus ojos.

-Peor que eso-respondo sonriendo por segunda vez en ese día, la primera fue cuando hablé con Zayn por facetime y me deseo un buen día.

-Déjame adivinar…-llevó su dedo índice a su barbilla y comenzó a dar toquecitos en su piel- El idiota de Matthew se ha reído de ti probablemente por algo relacionado con Zayn, pero eso es lo de todos los días así que debe haber algo más…-ella frunce sus labios levemente y sus cejas se juntan, su mirada está perdida en algún punto de mi camisa y siento como los engranajes se mueven en el interior de su cabeza.-¡lo tengo!-responde tras unos cuantos segundos con un brillo iluminando su mirada y una pequeña sonrisa adornando sus labios.- has suspendido ese examen que te tenía tan preocupada-ella habla examinando mi expresión, yo siento como mi barbilla comienza a temblar y tengo que morder mi labio inferior para evitar darle vía libre a las lágrimas que sin duda quieren arruinar mi maquillaje y acompañar a una escena que definitivamente no me permitiré hacer aquí en medio. La campana que indica la entrada de un nuevo cliente suena, dándome la oportunidad de girarme y volver a mi trabajo, me dirijo cabizbaja hacia la mesa elegida, con la bandeja bajo el brazo y la libreta junto al bolígrafo en mi delantal.

-Hola soy Shirley y hoy seré vuestra camarera-iba hablando mientras sacaba el bloc de notas y el boli-¿qué desean…?-me quedé muda cuando mi mirada colisiono con la del nuevo cliente. ¿Matthew? ¿En serio? ¿No había más malditos lugares a los que ir un viernes por la tarde? ¿De verdad?

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