Tan real como la vida.

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El viento venía fuerte atizando las ventanas y yo seguía oculta entre las sábanas, recordando historias imposibles de olvidar, olvidando todo aquello que no podía recordar. Eran las cinco de la mañana y ya entraba una tímida luz del alba entre los agujeros  provocados por el granizo la noche anterior. No podía dejar de pensar en aquella historia que pudo haber sido, pero no llegó a ser.

"Era un veintidós de noviembre, lo recuerdo como si fuera ahora mismo, yo llevaba un fino vestido azul y unos tacones de aguja casi tan altos como yo, lo sé, dicho así parece que o no mido mucho o soy una exagerada.   Mis amigas y yo nos dirigíamos a una fiesta de cumpleaños al otro lado de la ciudad, que tampoco es muy grande, la verdad. Las horas pasaban y nuestros cuerpos seguían moviéndose al ritmo de la música, pero de repente, pasó algo totalmente inesperado; Lucas, el chico más maravilloso del mundo venía con un cóctel hacia mí, su paso era rápido y nervioso, si no recuerdo mal vestía de negro y blanco, cuyos colores le sentaban extraordinariamente bien, casi tan bien como su sonrisa. Me guiñó un ojo y mi corazón parecía salirse del cuerpo para estar un poco más cerca de él.

        -Sara, ¿Quieres salir fuera? - dijo mirando al suelo 

        -Me... me encantaría -logré pronunciar.

Lucas dibujó esa sonrisa tan preciosa en su rostro y me cogió de la mano. El frío cubría cada poro de mi cuerpo y él se percató, así que me prestó su chaqueta. Una americana no pegaba exactamente con mi vestido, pero me daba igual. Era su chaqueta y la tenía yo, no podía ser más feliz. Hablamos durante horas y fueron varias las sonrisas y las carcajadas que logramos sacarnos mutuamente. Pero de repente, pasó algo todavía más inesperado. Me besó. Mé besó y las taquicardias volvieron a apoderarse de mi corazón. En ese momento supe que lo que sentía por él era mucho más que amor, mucho más que todo lo que había sentido antes.

Los días pasaban volando a su lado y sin darnos cuenta estábamos empezando a volvernos locos el uno por el otro. Pasamos de semana, de mes y de año. Ya estábamos a finales de año y recuerdo cómo me invitó a cenar, su voz estaba quebrada y no supe ver lo que pasaba...Unos días después mi cuento de hadas se acabaría con unas simples palabras.

         -Sara... me voy. Mis padres están en paro y tengo que irme a Alemania para poder hacer algo con mi vida... Me voy mañana por la mañana y aunque quisiera hacerlo, no puedo pedirte que te quedes a mi lado... No me esperes, no creo que vuelva, no creo que tenga las fuerzas necesarias para verte con otro chico.

         -Lucas...no puedes dejarme así. No tienes derecho a romper mi corazón justo ahora, justo cundo parecía que todo iba bien... te esperaré, lo prometo.

           -No quiero que lo hagas.

Y se fue. Se marchó y a la vez que él, se marcharon mis ganas de vivir. Mis ganas de luchar por todo aquello que quería en mi vida, pero ¿qué vida me esperaba sin él?. "

Sin haberlo planeado con solo dieciséis años había vivido una historia digna de ser escrita, digna de ser recordada, ya que no era justo que hubiera un punto final después de todo lo que habíamos luchado.

Lo que nadie sabe es que en dieciséis inviernos, una simple adolescente había dejado de existir, aunque su cuerpo siguiera vivo.

      

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