12/29/17
7:12a.m"Y los mares y continentes fueron encontrados entre sí, tal y como alguna vez el cielo y el mar lo fueron y repetirán."
"Ángeles surcos alados vistosos de sed y hambre revelando perogrullada verdad ocultada en los cielos solo avistada para los que viven en sus aposentos."
"Resquicios abisales y sus puertas se abren mientras bailan sus hijos en su vientre al compás y ahogo de sus llantos mientras cubren semblantes de hombres atraídos a su carne."
"El óbito viste de refugio y consuelo mientras la savia es despojada de los bienaventurados acuciados al ver sus tierras arder"
¿Cómo me debería sentir? Después de cerrar esta libreta y encontrarme con escritos inconclusos y borradores conatos llenos de frenéticos trazos de palabras alarmantes ¿¡Cómo me debería sentir!?
Todas las mañanas busco en mi librero para encontrarme con nuevos escritos como este, sin nombre o pistas de algún autor que me puedan decir la razón por las que me escribe todos los días cosas sin sentido. Ideas proféticas de carácter religioso que llegan a mi habitación sin saber por qué son confiadas a mi voluntad, pues hasta ahora me ha intrigado que en todo este tiempo leyendo los manuscritos no he podido encontrar algún intento de convencimiento del escritor para conmigo de hacerme creer que lo que escribe es real o que sus apuntes son una advertencia que debería tomar al pie de letra. Tampoco sé qué debería hacer con todo esto, ¿hablar?, ¿decírselo a alguien y que me tomen como otro falso profeta de esos que salen en la tele o en los manicomios? Aun con todo, la pregunta más alarmante es cómo, ¿Cómo un hombre puede entrar al asilo y dejar sus escritos en mi habitación sin que algún guardia o enfermera lo descubra?
He estado buscando pasajes en la Biblia, siempre en Apocalipsis; nunca encuentro una sola pista o evidencia de que lo que encuentro cada mañana en mi librero sea una copia o apunte de algún loco versículo del que jamás había escuchado. He leído ese capítulo más que cualquier otro cardenal y escuchado más que cualquier monja amedrentada, y la única semejanza (o mejor dicho copia) es la forma de escritura de San Juan.
¿Podría ser? ¿Podría ser YO una persona bilocada bajo la orden de mi señor de este santo profeta? ¿Será que al fin de tantos años bajo su servicio sea YO elegido para continuar con el trabajo encomendado por nuestro señor? Por ahora sólo me puedo limitar a leer, ser sólo un lector.
Al término de cada página escrita, el autor parece aclarar el destinatario, pues siempre escribe mi nombre al reverso de cada página, junto con mi firma: Jay Murphy.
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El lector
Mystery / ThrillerUn anciano recibe diariamente mensajes proféticos por un autor desconocido, quien los lee rutinariamente sin saber cuál es su misión; lo único que puede hacer es limitarse a leerlos. ¿Quién los escribe?, ¿Por qué a él?, ¿Para qué?, ¿Cómo llegan a...