No se puede evitar.

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Hace frío. Mucho frío, anunciando el invierno. Regresó a la realidad.

- ¿Viktor? ¿Viktor? ¿Estás bien? –

- ¿Uh? Oh, sí. Lo siento, Yuri. –

Se percató de que había más gente alrededor. Una pareja en la banca derecha y una familia a la izquierda. Riendo y hablando. Sonrió.

- Hey, Yuri, vamos a dar la vuelta –

-Pero está anocheciendo –

-No importa- Se levantó y extendió la mano a su compañero en gesto de servicio. -Aún tenemos tiempo-

Yuri tardó en reaccionar, estaba preocupado por la hora, pero a Viktor sólo le importaba estar con él. Compartir más tiempo a su lado. Porque no está seguro de cuánto le quede.

Conforme avanzaban sin rumbo, las calles se iban vaciando. Sólo quedaba la luna, resplandeciendo, diáfana y deslumbrante, y ellos. Había un montón de pensamientos en la mente del peliblanco, todos desiguales y confusos. Todos con un dejo de miedo. Se detuvieron a la orilla de un lago, observando sus figuras ondeando en las olas, tan borrosas como el futuro.

Y los párpados de Yuri se llenaron de lágrimas.

- ¿Por qué lloras? –

-Porque te vas a ir, y nunca regresarás- La voz de Yuri se entrecortó por su llanto contenido.

-Lo siento, no lo podré evitar. Estas cosas pasan-

- ¡Pero en la televisión, en las películas, en países lejanos! No a ti... No a la persona que amas...-

Su voz terminó por romperse, y Viktor tenía un nudo en la garganta. Se sintió mal al ver a Yuri así, y saber que no podía hacer nada. Las enfermedades terminales se llaman así justamente porque marcan el final de la vida, donde ya no se puede hacer nada, sólo esperar lentamente la muerte. Con las fuerzas desvaneciéndose.

Me usurpan ilusiones rotas, esperanzas vanas.

No paró de llorar, y cada vez lo hacía más fuerte. Se notaba más su dolor, acompañado por la oscuridad parcial de la noche, una oscuridad que amenazaba su felicidad.

-Algún día mi recuerdo será como esas imágenes, Yuri, borroso, dudoso, tachable, y el sufrimiento será menos-

Pero eran las palabras equivocadas.

- ¡No, no será así! ¡Más que nunca te recordaré! Lloraré en mi ventana junto a la luna, con los ojos brillantes de agonía como las estrellas, y la brisa me traerá tu aroma fresco, como si aún estuvieras aquí. –

-Tu descripción es... ¿De dónde han salido esas palabras? –

-Ya lo estoy viviendo. De todos los días que nos veíamos ahora sólo son posibles un cuarto de ellos, porque tienes que estar postrado en una cama todos los demás-

- ¿Qué puedo decir? Tienes razón. –

La presión en el pecho se volvió mayor. Una ráfaga de viento helado los atravesó. Yuri tembló un poco. Lo abrazó, y él le correspondió. Necesitaban sentir un poco de calor para aliviar el frío del alma.

- ¿Por qué tenemos que sufrir esto? – Dijo tratando de calmarse.

- No lo sé- contestó- Supongo que consigo traerá un bien a la larga. –

La respuesta tenía cierta lógica, pero no dejaba de parecerles cruel. ¿Acaso la muerte del amado puede traer algo bueno?

- Vamos a casa-

Al día siguiente, una emergencia se hizo presente. La ambulancia llegó con rapidez para llevar a Viktor al hospital, y al estar allí la situación se volvió más incómoda. Nadie pudo pasar. Nadie pudo verlo. Y tras unas eternas horas de suspenso el doctor salió quitándose el cubre bocas. Preguntó quién sería el primero. El silencio permaneció unos momentos. Yuri todavía no llegaba. Plisetsky tomó su lugar y entró. Uno tras uno fueron pasando, y uno tras uno fueron saliendo, con el peso en los hombros de verlo en ese estado.

Finalmente llegó, jadeante y sudoroso, el amante del paciente.

- ¿Qué pasó? ¿Cómo está Viktor? ¿Se encuentra grave? – Pero nadie contestó. Debe verlo con sus propios ojos, porque tal vez será la última vez.

La puerta se abrió lentamente, con un rechinido agudo que se cortó de tajo.

- ¿Quién es? –

-Yo... Yuri... Voy a pasar-

El bip pertinaz de un monitor médico se escuchaba en la habitación. Tomó asiento junto a Viktor y lo contempló con el semblante triste y preocupado.

- Hola, Yuri. Lamento que tengas que verme en este estado –

Pero Yuri no contestó, y eso lastimó a Viktor, porque él quiere escuchar su voz, quiere sentir su aliento, quiere estar alegre por un rato.

-Qué lío, ¿no? Ayer me encontraba relativamente bien, y a partir de hoy tendré que quedarme aquí –

Silencio.

- Y Makkachin se quedará solo. Eso me pone muy triste. Es mi mejor amigo. También quería estar más tiempo en las aguas termales, son muy relajantes. – Tragó saliva, obligándose a controlarse, a no romper en llanto, a mantenerse fuerte.

Apretó las manos para ayudarse a completar.

 – Y, sobre todo, quería comer más Katsudon contigo- La voz se le cerró.

Y está bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora