30 Días de felicidad.
I.
Mientras estoy sentado en la sala de mi casa, leyendo un libro, mi madre entra llena de bolsas y cosas; así que le ayudo.
-No sabes cómo estaban las tiendas hoy, no se podía caminar de cuanta gente había.-Dice mi madre, mientras seca el sudor de su frente con una de sus mangas.
Y le respondo:
-Imagino que debe ser por las fechas, ya se acerca navidad.
Ella asiente y se va a su habitación, mientras yo la sigo cargando sus cosas.
-¿Sabes?, la hija de Alexia tiene una enfermedad terminal y no puede cuidar a sus hermanos mientras ella trabaja, ¿te gustaría ayudar?
Lo medito un rato. Alexia es una amiga de mi madre, pero son un poco lejanas, no se llevan mucho.
-Claro mamá.
¿Una enfermedad terminal?, eso es realmente doloroso, sin embargo mi madre lo dice con mucha naturalidad.
-Bien, al menos harás algo que no sea quedarte en casa haciendo nada, como todos los años en vacaciones.-Dice mi madre.
Sonrío de medio lado.
-Mamá, ¿Sabes lo que es una enfermedad terminal, no?
-Pues claro hijo, ¿Cómo no lo sabría?
-Es algo muy grave, es una persona que ya no tiene salvación alguna de vivir, su muerte es segura.
-Lo sé hijo, ¿Qué ocurre con tigo?
-Lo dices con mucha tranquilidad, como si no tuviera importancia; Alexia es una de tus amigas, ¿No te entristece saber que morirá su hija?
-Alexia y yo somos muy distantes, no conozco a la muchacha y ella tampoco parece estar muy afectada.
-¿Porqué?, es su hija.
-Han atravesado un sinfín de problemas con esa enfermedad, supongo que Alexia ya ha sufrido bastante por esto, pero ¿Sabes?, no es un tema que me guste discutir.
-Lo siento.
II.
Es lunes y debo ir a casa de la amiga de mi madre, a cuidar a sus tres hijos, incluyendo a la joven enferma. Estoy algo nervioso, ya que quizás no les agrade.
Tomo un taxi y llego en cinco segundos; ahí está, una casa de dos plantas, toda blanca, su pórtico está lleno de macetas con flores y una mecedora vieja con un cuaderno y un lápiz al lado.
Camino lentamente mientras miro todo, no logro distinguir que es lo que hay en el cuaderno pero parece ser un dibujo. Toco la puerta y me abre Alexia.
-¡Hola!, ¿Cómo estás?, tu deber ser Adam, el hijo de Becky.-Me dice Alexia.
-Sí, soy yo.
-Adelante, pasa.
Camino por la sala, siguiendo a Alexia; es una casa sencilla por dentro, hay dos sillones en dirección a un televisor mediano que tiene una maceta a cada lado, algunos juguetes en la alfombra y el desayunador de la cocina.
-Mira, sé que es mucho pedir pero tendrás que cocinar, aquí están los platos grandes, medianos y pequeños, por aquí las cucharas y tenedores y aquí las ollas.-Me dice Alexia con rostro de preocupación.
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30 Días de Felicidad.
Non-FictionEsta historia fue algo improvisada... Créditos a Mary Alfaro Córdoba por el dibujo y por darme permiso para usarlo de portada.