ESA ESPECIE DE FOBIA... (sinopsis)

24 4 2
                                    

¿Quien no a soñado alguna vez con tener una historia de amor perfecta? Con el típico chico al que toda mujer le gustaría tener entre sus sábanas, uno misterioso y sobretodo muy, muy atractivo. Yo no soy una excepción, es más, todos los días me levanto con la ilusión de conocer a mi chico ideal, uno honesto, diferente a los demas, y, para que nos vamos a engañar, que tenga un aire de chico malo. Pero poco a poco mi ilusión va desapareciendo, porque, ¿como voy a tener una historia de amor si no puedo dirigir la palabra a ningún chico? Así es, lo habéis leído bien, cada vez que se me acerca un chico, me pongo extremadamente nerviosa, tanto, que ni siquiera puedo mirarle a los ojos, lo sé, es ridículo, pero, ¿que le vamos a hacer? Me pasa desde que mi padre nos empezó a pegar a mi madre y a mi por culpa del alcohol, desde entonces, tengo una especie de fobia a los chicos que me impide estar cerca de uno sin pensar que me va a hacer daño o algo por el estilo. Obviamente, esto a hecho que mi vida social sea pésima, y, por lo tanto, sólo tenga una amiga llamada Amanda, ella es todo lo contrario a mi, es muy extrovertida, tiene una buena vida social y pasa de los chicos, vamos, la típica protagonista de toda historia de amor.

- Despierta - dijo alguien mientras que me sacudia - venga despierta ya.

Poco a poco fui abriendo los ojos, pero los cerré de golpe por la intensa luz.

- Es la quinta vez que te duermes en clase esta semana - comentó Amanda mientras que sacaba los libros de su mochila - ¿esque no duermes en casa?

- Si - dije todavía acostumbrandome a la luz - pero poco.

Nuestra conversación fue interrumpida por la llegada del viejo profesor de matemáticas, el señor Wiliams, que vino acompañado de un chico muy, muy guapo.

- Ay madre, que bueno está - dije mientras que le miraba con la boca abierta.

- No es para tanto - me contestó Amanda desinteresada - sólo es otro chico más. Está bueno, eso sin duda, pero, aparte de eso, no tiene nada de especial.

- ¿Como sabes eso sí no le conoces?

- Todos son iguales.

La miré, podía detectar dolor en sus ojos, ella tuvo una relación tóxica hace un año, y, desde entonces, no quiere saber nada relacionado con los chicos.

- Buenos días alumnos, este es vuestro nuevo compañero, Ian - dijo el profesor desganado. El llevaba varios años dando clase en este instituto, y, era visible que la monotonía le empezaba a consumir poco a poco, al igual que a todos los profesores, que andaban por los pasillos con cara de amargados.

Dirigí mi mirada a Ian, sus penetrantes ojos negros estaban fijos en Amanda, que parecía incómoda bajo su mirada, su pelo despeinado del mismo color le daba un toque varonil, al igual que su nariz, que tenía el tamaño ideal. Sus fracciones bien definidas no expresaban ninguna emoción, tenía un rostro frío y desprendía un aura misteriosa que hacía que te diesen ganas de saber todo sobre el. Simplemente era perfecto, uno de esos chicos con los que sueño todas las noche pero que se que son inalcanzables. Dejó de mirar a Amanda y fue a sentarse en el único sitio libre que quedaba, a mi lado, como no.

- Emily - dijo el profesor - sal a la pizarra y resuelve esta ecuación.

Torpemente me levanté de la silla. Me quedé parada enfrente de la pizarra, intentando descifrar la ecuación, en la que había de todo menos numeros. A mi, siempre se me habían dado mal las mates y no tenía ni la más remota idea de cómo se resolvía esa compleja cuenta. Me quedé paralizada, me estaba empezando a poner muy nerviosa y avergonzada, toda la clase mirando me y yo sin hacer la cuenta. Miré al profesor de reojo, el estaba sentado en su silla de brazos cruzados esperando a que empezase a escribir. Se empezaron a escuchar algunas risas que hicieron que me pusiese mas nerviosa de lo que estaba, todo mi cuerpo empezó a temblar, el profesor se debió de dar cuenta porque, resignado, me dijo que me volviese a sentar en mi sitio.

- Ian - dijo el profesor - sal a la pizarra, a ver si tu la puedes resolver.

Para sorpresa de todos, resolvió la cuenta con mucha facilidad.

- Sorprendente - dijo el profesor mientras que Ian volvía a su sitio - nunca había tenido un alumno que hubiese resuelto una ecuación así de compleja tan rápido.

Miré a Ian, estaba mirando la pizarra con cara de aburrido y no parecía hacer mucho caso al profesor. No pude evitar quedarme embobado mirando lo y pensando que porque era tan frio. Debió de darse cuenta, porque, dirigió su vista hacia mi. Sus intimidante ojos se juntaron con los míos haciendo, que, mi cara se pusiese roja como un tomate y unos nervios enormes invidiesen mi cuerpo, rapidamente aparté mi mirada para dirigirla al profesor que todavía seguia hablando.
No presté atención a lo que estaba diciendo hasta que mencionó mí nombre.

- Por eso, sería buena idea que dieses clases a tu compañera Emily.

- Ni de coña - dijo Ian apoyándose en el respaldo de la silla de brazos cruzados - sería una pérdida de tiempo.

- Está bien - dijo el profesor - Emily - me miró - más te vale ponerte las pilas o si no vas a suspender esta asignatura.

Asentí mirando los impecables zapatos del profesor. Entre mis problemas familiares y, que después del instituto, me voy a trabajar, no tengo tiempo para estudiar, por lo que mis notas en la mayoría de las asignaturas son pesimas.

Después de unos interminables minutos se terminó la clase y me dirigí a Amanda.

- ¿Has visto como te miraba Ian? - la dije.

- Tengo que contarte una cosa. Hace una semana fui a la fiesta de Zac, te acuerdas ¿no?

Asenti con la cabeza. Zac es el capitán del equipo de fútbol que está enamorado de Amanda, pero es un completo idiota, se mete con todos los nerds y es un mujeriego, por eso mi amiga pasa de él.

- Pues, verás, Zac es un pesado y no paraba de tirarme los tejos, así que, decidí ir a casa, pero, como sabrás, el vive en un barrio bastante peligrosos, lleno de borrachos y chicos que van a las peleas ilegales que se hacen en los locales. Cuando estaba andando de vuelta a casa, un grupo de chicos se acercaron a mi, me acorralaron y-

- ¿¡Como?! - la interrumpi haciendo que todos los de clase, incluido Ian, me mirasen - ay madre mia que me la han violado.

- ¿Que? No, no me han hecho nada de eso, justo cuando me iban a quitar la ropa Ian me salvó, por eso me miraba tanto.

Al oír eso una sensación de alivio me invadió el cuerpo, sólo de pensar que esos imbéciles la hubiesen podido hacer algo me cabreaba, y mucho.

- Menos mal - suspiré - ¿como es que no me lo has contado hasta ahora? Esa fiesta fue hace una semana.

- No quería preocuparte.

Cuando fui a abrir la boca para decir unas cuántas palabras, el profesor me interrumpió.

- Emily tengo que hablar contigo muy seriamente. Todos fuera de clase, menos tu Ian, también quiero hablar contigo. - cuando se fueron, Wiliams se acercó a mi - Verás Emily, tus notas es tan siendo pésimas, y no sólo en esta asignatura, además todos los profesores hemos podido notar que desde que empezaste a sacar malas notas estas casi siempre sola y en ocasiones vemos moratones en tu rostro. De verdad, si te hacen bullyng o tienes problemas familiares, dilo
nosotros te ayudaremos.

- N-no, no, no es nada de e-eso - tartamudee.
Me di la vuelta y salí de clase, no quería seguir hablando sobre ese tema. Entré en el baño y me miré al espejo, pensé en las palabras del profesor. No podía hacer eso a mi padre, se que en el fondo sigue siendo bueno, sólo está pasando una mala racha, nada más, además, estoy trabajando muy duro para que nuestro problemas económicos se arreglen y mi padre deje de beber, para ser la familia feliz de siempre. Esbocé una sonrisa, sabía que todo iba a volver a la normalidad muy pronto.

Se que no escribo muy bien pero poco a poco iré mejorando. Espero que os haya gustado este capitulo/sinopsis y si es así, por favor votar y comentar para que siga adelante con esta historia.
Actualizaré lo más seguido que pueda.

Cuando Se Trata De Chicos...NO CUENTES CONMIGO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora