Aquella noche era más fría de lo habitual, ella caminaba por la avenida, las calles misteriosamente estaban desoladas, y sentía un extraño nudo en el estómago, se sentía incomoda, ese extraño presentimiento que se tiene cuando sabes que algo malo esta por pasar. Después de cruzar por unas cuantas calles llegó a su cafetería favorita, al estar dentro, se acercó a la barra. Un muchacho con rastas largas, se encontraba ahí, se detuvo unos segundos para observar la pequeña placa blanca que llevaba en su camiseta y con una sonrisa dijo:
-hola Dimas, ¿me das un Latte Macchiato por favor?
-enseguida
El muchacho de aproximadamente unos 22 años aun novato, pidió la bebida a su compañera, en unos segundos aquella bebida de tres tonos ya estaba en sus manos, ella comenzó a beberla mientras observaba al muchacho con curiosidad.
-¿te gustaría algo más?- preguntó él.
-no, solo esto. Eres nuevo... no te había visto por aquí.
-sí, es mi primer día. ¿Vienes mucho aquí?
- a menudo, mi nombre es Elizabeth.
-que nombre más largo...- se guaseó- mejor te llamo Beth.
-si así lo deseas- sonrió ella.
-bueno a medida que ya sabes mi nombre igual me presento, soy Dimas y es un gusto poder atenderte en esta noche –sonrió amigablemente -dime Beth y ¿por qué te ves un poco pálida, sucede algo?
-realmente no lo sé – ella suspiró-pero tengo un extraño presentimiento como si algo malo estuviera por pasar.
-entiendo, pero sabes, hay cierto dicho que dice que para todo mal presentimiento no hay nada mejor que la compañía de un buen amigo.
Ella se carcajeó sonoramente
-que dicho más extraño- dijo aun reída.
-si lo sé, ni yo mismo lo entiendo, pero logre mi objetivo: sacarte una sonrisa, siempre sonríe y cuando no puedas sonreír búscame que yo te ayudare.
-bueno es un trato, eres muy amable ya me siento algo mejor.
-eso es bueno- sonrió y mirando a su compañera dijo rápidamente -placer en conocerte Beth pro debo trabajar.
Ella asintiendo, continuó bebiendo su café mientras observaba al muchacho, sin duda tenía mucha personalidad, le habían encantado sus rastas largas.
Tras salir de la cafetería Elizabeth se encaminó a casa. Continuó transitando por la avenida había dejado de sentir aquel presentimiento mientras estaba en la cafetería hablando con Dimas. Tras pasar por algunas calles llegó al fin a casa, al abrir la puerta se escuchó una estridente música. "De nuevo papa invitó a sus amigotes" pensó ella.
Oteó por unos segundos la casa vacía, apago el equipo de sonido y al ver el desorden que estaba en la sala comenzó a llamar a sus padres.
-¿papá? He llegado... ¿mamá?
Se detuvo en el rellano de la escalera, para echar un vistazo al desastre, parecía que un huracán hubiese pasado por su casa, continuó subiendo las escaleras fue directo al cuarto de sus padres. La penumbra no dejaba ver con claridad, hasta que escuchó unos sollozos, encendió la luz rápidamente, pero nunca pensó encontrarse con la imagen de su madre hecha un ovillo en el piso, con la pijama rota, moretones cubrían todos su cuerpo. Elizabeth no podía respirar, no sabía que hacer o decir. Cuando logró asimilar lo que acababa de ver corrió hasta su madre y la examinó con sus ojos, agarró su móvil de inmediato y en pocos minutos su casa estaba llena de paramédicos, ella no sabía que decir o preguntar, su madre intentaba decirle algo, pero por el dolor no dejaba que sus palabras afloraran con normalidad. Aun así, Elizabeth intento leer sus forzadas palabras.
-Eddy- logró distinguir en los labios de su madre.
En ese momento Elizabeth se tensó, su cuerpo empezó a temblar y a perder los nervios, hasta ese momento no se había percatado de que su hermano pequeño no estaba por ningún lado, fue corriendo hasta su habitación, mientras gritaba su nombre con vehemencia.
-¡Eddy! ¿Dónde estás?
Al no ver a su hermano de ocho años en la habitación ni escuchar su voz, comenzó a desesperarse cada vez más.
-Eddy soy yo, respóndeme por favor
-¿Liz?- se escuchó una aguda y tímida voz del cuarto de lavado.
Ella corrió rápidamente hasta que encontró al pequeño escondido entre la ropa sucia y temblando del miedo.
-¿Por qué tardaste tanto?- reclamó el pequeño mientras sollozaba.
Ella aún estaba muy confundida, no sabía que había ocurrido.
-sentí mucho miedo cundo papá y mamá discutían- dijo el chiquillo.
Ella se tensó su padre nunca había sido un hombre violento como para dejar a su madre en ese estado.
-¿papá golpeó a mamá?
El niño negó con la cabeza y dijo:
-papá discutía con mamá porque sus amigos estaban muy borrachos y el también, ella quería que se fueran, pero él se resistía, mamá los dejó y fue a dormir, papá al verme escuchando todo me envió a la habitación, y bajó las escaleras para encontrarse con sus amigos, pero yo no fui a mi habitación yo los observe por los barrotes de la escalera hasta que, esos hombres enviaron a papá por más alcohol y todos fueron al cuarto de mamá y... y... - comenzó a temblar el pequeño.
-¿Qué pasó?- ella insistió con los puños apretados.
-le hicieron mucho daño a mamá, ella gritaba pidiendo ayuda a papá pero él no estaba, y no ha llegado aún, fue mi culpa, Liz, yo no soy valiente, me escondí, tuve mucho miedo, debí llamar a alguien y no lo hice- lloraba el pequeño, de repente alzo la mirada y con sus grandes ojos inundados a lagrimas miro a Elizabeth para preguntar: -¿mamá está bien?
Ella asintió abrazando a su hermano.
-lo hiciste bien.
-no es cierto, soy un cobarde- protestó.
Ella lo abrazó más fuerte hasta que el pequeño dejo de llorar. Pasadas unas horas ella llegó al hospital donde estaba su madre internada, después de dejar a Eddy en una de las sillas de espera, se acercó a un doctor y preguntó por su madre.
-tiene dos costillas rotas, algunos hematomas en todo el cuerpo, y un esguince en la muñeca, físicamente se recuperará pronto, esperemos que psicológicamente también, según los estudios realizados y lo que tu madre nos informó, parece que fue violada, por varios hombres.
Ella ahogó un grito de angustia, desespero y rabia entrelazados entre sí. Se cubrió la boca y lágrimas brotaron de sus ojos, hasta ese momento no se había percatado de que en toda la noche no había derramado una sola lagrima, pero escuchar aquello era lo suficientemente devastador para hacer que llorara.
Tras estar unos minutos con su hermano en la sala de espera, escuchó la voz de su padre, se acercó a ellos y con el rostro avergonzado y dolorido dijo:
-hola, campeón.
El niño enmudeció completamente y agachó tímidamente el rostro.
El hombre miró a Elizabeth, y cuando se disponía a hablar esta lo interrumpió diciendo:
-Ricardo, será mejor que hables con el doctor para que te informe como los desgraciados de tus amigos dejaron a mamá.
El hombre se tensó, nunca antes su hija lo había llamado por su nombre, siempre había sido papá para ella, nunca Ricardo.
-hija- dijo confundido acercándose más a ella.
-no te acerques a nosotros.
________________________________________________-
por favor dejen sus comentarios, esto ayudará a que la historia cada vez sea mejor
ESTÁS LEYENDO
SOLO ELLA
RomanceElla no era como las demás, era especial. Ella no quería ser perfecta, solo disfrutar de la vida, era natural; no era la más guapa, se le podía llamar bonita, Ella era una dama, ella era tierna, delicada, Ella era existencia, ella era libertad. Ell...