Visitas Nocturnas {Marinette}

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Cambio de escena: ++++++++++

Cambio de narrador: ::::::::::::::::::::

Flashback

Pensamiento: "........"

Sueño: [........]

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La brisa de la noche acariciaba cada poro de mi cuerpo, el cual estaba siendo cubierto por solamente una fina tela de camisón que ondeaba mi cabello, el cual ya no estaba recogido en esas dos pequeñas coletas que me hacía. Mis ojos se cerraron y aspiré el dulce aroma nocturno, la noche siempre había mi favorita, porque me traía la calma que necesitaba, era un sentimiento de paz y tranquilidad que sólo este lugar y este momento podría ofrecerme. Realmente para mí, ya era una costumbre estar en el balcón por las noches, dejando que ese suave viento acariciara mi rostro, despejándome de los malos pensamientos, de los malos momentos que había pasado en el día, olvidándome por un momento de todo y de todos.

Después de unos instantes, abrí mis ojos y los fijé en el cielo, apreciando las estrellas que titilaban para ver cuál de ellas podía destacar más. Yo simplemente me quedaba viéndolas brillar, como si en algún momento mis preguntas pudiesen ser respondidas por ellas.

—Je... No creo que sea así, ¿verdad? —un tenue suspiro escapó de mis labios para después esbozar con estos una leve sonrisa— Al menos espero que estéis donde estéis... Os encontráis bien, y que sepáis, que todos los días os recuerdo y os echo de menos mamá, papá... —era cierto, sin darme cuenta ya habían pasado dos años desde la muerte de mis padres y ahora mismo a mis dieciocho años me encontraba sola, trabajando tanto en mi boutique online, como alquilando la panadería de mis padres para poder pagar la hipoteca de la casa y mis estudios. Mi casa más que un hogar, parecía un estudio de moda por todos los maniquís con distintos modelos de ropa que yo misma creaba para poder venderlos.

Suspiré y una vez más cerré mis ojos, era cierto que estos años habían sido muy, muy difíciles... Y aun así nunca llegué a estar realmente sola. Alya siempre se preocupaba por mí, al igual que su familia que siempre venían a visitarme para ver como me encontraba. Chloé en ese tiempo realmente había cambiado mucho, por no decir demasiado, ya no era aquella niña mimada que amenazaba a todos por cualquier pequeñez, al parecer había conseguido madurar... de alguna extraña forma.

En cuanto a Adrien... digamos que al parecer mi amor nunca consiguió florecer lo suficiente como para que pudiese alcanzarle.

Aun así, después de todo eso, aun habiendo perdido a mis, sabiendo que tengo a mis amigos, no puedo decir que estoy sola, pues también, cierto héroe venía a alegrarme en estas tranquilas noches.

—Pensé que ya no ibas a venir gatito —dije con una pequeña sonrisa ladeada al momento de sentir como unos fuertes brazos que ya tenía bien conocidos, rodeaban mi cintura y me pegaban a un fornido cuerpo que siempre conseguía producirme miles de escalofríos, su cálido aliento con ese toque a menta rozó la vulnerable piel de mi cuello, haciendo que una corriente recorriese todo mi cuerpo de pies a cabeza. Un quedo jadeo escapó de mis labios y sin poder evitarlo, me arqueé pegándome más al cuerpo ajeno y mordí mi labio inferior al sentir esos suaves labios acariciar la vulnerable piel. Algo que realmente, pareció encantarle, pues pude notar como una queda y gutural carcajada escapaba de sus labios, con su tibia lengua comenzó a trazar un lento y tortuoso camino que hacía que me derritiera entre sus brazos. En el momento que llegó a mi oreja sentí como el jadeaba en mi oído, consiguiendo que me estremeciese al instante.

Una vez más escuché su risa junto a un tenue ronroneó que resonaba en su pecho, produciendo un tenue sonrojo en mis mejillas y a él otra ronca carcajada— Créeme... Jamás podría faltar a una de mis visitas para ver a my purrincess~ —habló con esa grave y varonil voz que tanto me encantaba y que tantas noches me había hecho delirar. Sin poder esperar más me giré para poder verle, para poder chocar nuestras miradas, para poder ver esos grandes y felinos ojos del más puro verde vida en los que por tanto tiempo podía llegar a perderme. Pronto, sentí como sus brazos apresaban sin dificultad y con fuerza mi cintura, obligándome a arquearme para poder entregarme a él. Mis manos ansiosas recorrieron con lentitud sus brazos, acariciando esos músculos que se marcaban tanto en aquel oscuro traje, fui ascendiendo lentamente por estos, acariciando sus hombros, su cuello, sus clavículas y así, descendí y acaricié parte de su fornido pecho sintiendo como su corazón palpitaba con fuerza, para que, por último, volviese a subir para poder abrazarme a su cuello y que mis finos dedos acariciasen aquellas finas hebras doradas.

Visitas nocturnas «Marichat» [HOT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora