Don't Leave Me

716 42 12
                                    

El akuma era poderoso, más de lo habitual.

ChatNoir, con solo dos minutos restantes antes de destransformarse.

LadyBug, aún conservando el LuckyCharm.

Pero la actual villana, apuntando su arma directo a ellos.

Todo ocurrió muy deprisa.

La especie de bala fue disparada hacia la heroína. Ésta, demasiado ocupada trasladando a unos civiles cotillas, no la vio venir.

Pero su fiel compañero sí.

No, París no era la ciudad de la luz.

No, París no era el hogar del dúo de súperhéroes.

No, París no era la afortunada ciudad en la que yace la Torre Eiffel.

No, París es, en estos momomentos, testigo de una súperheroína que se encuentra de rodillas en el suelo. Llorando. Derramando sus lágrimas llenas de dolor. Con el cuerpo de su compañero en brazos. Suplicándole a los astros.

Que reviertan el tiempo.

Que le devuelvan a la vida.

-Chat, despierta... -susurra la chica-, no puedes dejarme, gato tanto. Somos el dúo purrrfecto, ¿no es así? no te vayas...no me dejes...

Sus bromas, siempre malas y pesadas, nunca más serían pronunciadas.

Sus ojos verdes, jamás volverían a ser admirados.

Su reluciente cabello rubio, no podría ser acariciado.

Pero lo que la destrozó más, lo que convirtió su alma en cenizas cuando ya estaba destruida, fue ver quién se encontraba debajo de ese antifaz de gato bobo.

LadyBug exclamó de horror y pegó el cuerpo de su amado aún más, si es que es posible, a su pecho.

-Lo siento tanto, gato tonto. Es mi culpa, es todo mi culpa. No debiste morir, nunca debiste hacerlo.

La reciente asesina de ChatNoir se acercó con sigilo para atacar a su enemiga, la superheroína de París.

La sonrisa que iluminó su cara era de maldad pura. Pero mayor era la sonrisa de Hawk Moth, celebrando su victoria.

Porque eso es lo era, su victoria. El Mal había ganado.

La akumatizada estaba a punto de matar a Marinette.

Y esta vez no había nadie para salvarla.

El gato negro, muerto en el suelo.

Su eterna enamorada, acariciando su cabello a la par que sentía su corazón resquebrajarse.

No le importaba morir, sabía que era su fin. Pero tenía que proteger a Tikki costara lo que costara.

-Tikki, puntos fuera -susurró, y cuando la criatura estuvo ya fuera, le entregó rápidamente los pendientes-. Corre -le ordenó. La criatura comenzó a llorar, por ella, por París, por su compañero caído. Ese gran y molesto comedor de queso.

Le hizo caso a su exportadora y salió volando lo más rápido de ahí.

La bala se dirigía hacia ella, Marinette solo besó los labios de Adrien y pensó:

«Soy tu Lady, Chat»

Murió.

Y, entonces, París dejó de ser la ciudad de la luz.

FadedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora