Capitulo 2. Hi, I'm...

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-Hey amigo, ya era hora.- comenta una voz, algo alegre para mi gusto, a mi lado.- ¿Tienes idea hace cuento estas durmiendo?-

¿Durmiendo? No soy id*ota, sé que estoy en un hospital. O un loquero. Las paredes blancas y el aroma a limpieza fueron un indicio. No puedo estar aquí por una siesta.

Quiero responderle, en verdad, tan solo no soy capaz.

Cierro mis ojos lentamente, deseando que el ardor de estos desaparezca, pero al volver a abrirlos, una nube se adueña de mi vista… supongo que sí, “dormí” demasiado. Más de ocho horas, por seguro.

-¡Payne! Te ordeno que te detengas.- grita, la voz de la joven que se encontraba aquí hace minutos.

Dirijo mi mirada hacia donde creo que proviene el sonido. Pestañeo continuamente, y así logro volver a ver, sin sombras.

-Hazte a un lado Savannah…- dice un hombre, con bata blanca y un tono de voz irritado, empujando a la chica con su brazo. –Buenos días, soy el Doctor Payne.- su voz se oye tan profesional, y gruesa.

Intento tragar saliva para poder hablar, pero resulta que mi boca se encuentra demasiado seca… a diferencia de mis labios, que los siento algo húmedos.

-Doctor Payne…- dice la joven, remarcando con ironía la palabra “doctor”, y fulminándolo con la mirada. –No está listo para exámenes.- su ceño se frunce.

¡Necesito que alguien se dirija a mí!

-¿Entonces por qué me lo contaste con tanta urgencia?- el señor Payne alza una ceja, con una expresión algo presumido.

-Porque es mi trabajo avisarle a un superior.-

Lo veo al hombre perder los estribos, y tomarla del brazo con fuerza, dirigiéndola a una esquina de la habitación. Oigo como le gruñe algunas palabras que no alcanzo a escuchar con claridad, pero solo eso.

Luego la suelta y camina decidido hacia mí. Presiona algo en la pared detrás de mí, y siento la cama inclinarse hacia adelante, dejándome en un ángulo de noventa grados. Mete su mano en el bolsillo de su bata y deja a la vista un estetoscopio color azul, o eso parece ya que mi vista se nubla nuevamente. Se los coloca como si fueran auriculares y lo acerca hacia mí, como si mi pecho fuera un enchufe.

-Tose.- me ordena.

Lo intento, pero siento una terrible presión en mi garganta, y cierro mis ojos en dolor, hasta que siento calor sobre mi mano. Observo como Savannah tiene mucho cuidado conmigo.

-Con cuidado.- me susurra, y sus ojos se ven compasivos. –Tiene una sonda, doctor.- gruñe, mirando a Payne.

El doctor toma lo que parece una lapicera de su bolsillo, luego de haberle rodado los ojos a Savannah, y abre mis ojos con cuidado, iluminándolos con la punta de la lapicera… aunque ahora supongo es una linterna. Vuelve a repetir el proceso en mi otro ojo.

Toma otro aparato de su bolsillo (que al parecer es sin fondo), y lo coloca en mi oreja.

Da pequeños golpes con sus dedos, en mis pies, mis rodillas, mis brazos y mis manos, y cada vez me preguntaba si lo sentía. Yo solo me dedicaba a asentir, a pesar de que mi nuca doliera al hacer el movimiento.

-Lo primordial, parece estar bien. Necesitaría que tosa para escuchar con exactitud su respiración, así que… cuando puedas, quítale todos estos cables. – le dice a Savannah, mientras veo como anota ciertas cosas en lo que parecer ser una planilla. –Ah, y hazle estos estudios que estoy anotando. Los quiero en máximo…- mira su reloj de pulsera- en tres horas.- dicho esto, abandona la habitación.

Sigo sin respuestas, ¡necesito una maldita explicación!

Savannah camina hacia donde me encuentro, y toma de una caja a mi lado, un par de guantes blancos, se los coloca, y me mira, para luego dedicarme una sonrisa. Patea debajo de mi cama, y esta se reclina un poco, dejándome algo recostado. Wow, hay varios trucos con este mueble. Toma unas pinzas y con ellas aprieta un cable transparente que se encuentra apoyado en mi pecho.

-De acuerdo, necesito que tomes aire profundo, y lo sueltes lentamente.- me ordena, y obedezco.

Toma el cable y lo comienza a tirar, con fuerza, y sin parar. Una clase de alivio me inundó, haciendo que la presión en mi garganta desapareciera.

-Listo.- avisa, y me sonríe nuevamente.

Ese tubo estaba dentro de mí.

Me va a agarrar un ataque de pánico. O de asco.

Savannah se sienta en el borde de mi cama, y acaricia mi rostro.

-¿Puedes hablar?- pregunta, y su preocupación es palpable.

-Si.- la palabra sale de mis labios, y esa no sonaba como mi voz. Era el triple de rasposa.

-Debes tener sed.- se levanta y camina hasta una pequeña mesa frente nuestro y toma un vaso plástico. Le coloca un sorbete, a este lo dobla, y camina nuevamente a mi lado. Me ofrece la bebida, lo cual le agradezco con la mirada, y el agua en mi boca se siente tan bien que quiero más.

-No.- me reta, cuando estaba a punto de seguir bebiendo. –Con tranquilidad. Tu cuerpo apenas despierta.- me sonríe. Por favor, que deje de hacer eso, porque es la sonrisa más honesta y hermosa. –Vengo limpiando tus labios con hielo picado, todo este tiempo. Es raro ver que ahora los mantienes húmedos por ti mismo.- se ríe ligeramente, y estoy seguro que debe ser alguna broma de médicos. Coloca el vaso en algún lugar a mi lado. –Soy Savannah, tu enfermera.-

-Hola.- es todo lo que puedo llegar a decir.

-¿Puedes decirme tu nombre?- pregunta.

¿Qué tipo de pregunta es esa? Por supuesto que puedo. Es…

Vamos,  lo tienes en la punta de la lengua. Es…

Abro mis labios, pero solo sale un suspiro. Esto no puede ser. ¿Cómo no voy a recordar mi propio nombre? Es ridículo.

-Está bien.- me dice, y quiero llamarla loca. NO, no está bien. –No te esfuerces, apenas acabas de despertar.- me repite, y de repente su voz, sus preguntas y sus indicaciones me fastidian.

¿Cómo no había pensado en esto hasta ahora?

-¿Puedes decirme dónde vives?-

¡¿Qué está pasando conmigo?! Necesito recordar. Esto es una estupidez. Tengo que recordar.

Voy a responderle. Sí. Las respuestas van a salir con naturalidad. Estoy seguro.

-No.- susurró.

¡¿No?! Estúpido cerebro, tienes que hacer memoria.

-Necesito que hagas algo por mí.- dice y se incorpora. Actúa con tal naturalidad, como si no le acabara de decir que no sé mi nombre. Creo que es ella la que está mal, no yo.

-No.- digo, esta vez más fuerte.

-Esto es importante.-

Quiero responderle: *¿Y el hecho de que no pueda responder tus preguntas de rutina no lo es?*.

-Aprieta mi mano.- me ordena, ahora con el rostro serio, antes de tomar mi mano. Le respondo. –Bien.- dice, camina hasta la punta de la cama, y acaricia la planta de mis pies, ocasionándome algo de cosquillas. –Empújalos contra mis manos.- nuevamente le respondo correctamente.

Eso soy capaz de hacer. Pero no de recordar my estúpido nombre.

-¡Hola! Soy Niall.- grita, lo que supongo es mi compañero de cuarto.

Decido no responderle. Lo envidio. El puede decirme su nombre, mientras que yo no recuerdo ni la inicial del mío.

-Necesito que te calmes.- me ruega, Savannah. Y siento su mano apoyarse con delicadeza en mi pecho, y la otra acunar mi mejilla. No es hasta ese momento, que me noto que estoy respirando con rapidez, y que mojo su mano con mis lágrimas.

Nunca fui de llorar demasiado…

¡AH claro! Eso si lo recuerdas cerebro.  

Ya subo el otro :) 

He is vanishingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora