Comprar regalos a una persona amada es una tarea extenuante. Tienes que tener en cuenta sus gustos, la cantidad de dinero que estás dispuesto a invertir para verle feliz y sobre todo, que el dichoso presente sea algo que el otro recordase con mucho cariño aquella fecha especial.
Sin embargo, Suecia pensaba que ella lo tenía aún más difícil Tenía que conseguir un regalo de cumpleaños para el mismo Santa Claus. ¿Cómo se suponía que lo iba a hacer? Finlandia nunca le pedía nada y siempre entregaba los mejores regalos del mundo. Tenía que darle algo a cambio y no sabía qué.
Había buscado en internet, había salido a dar largas caminatas por los centros comerciales, había visto cuanto anuncio en la televisión e incluso había leído catálogos de productos navideños que en ocasiones venían con los periódicos. Ninguno le satisfizo. No encontraba nada que fuera perfecto para Finlandia.
El año pasado le había obsequiado una cuantiosa colección de vodka que sabía que serían del agrado de su pareja. Le encantaba verle sonreír de ésa manera tan única que la finesa tenía y quería verla de nueva tantas veces como pudiera. Era una sensación que solamente ella le podía provocar.
Se quedó pensando un largo rato mientras que miraba por la ventana que daba hacia su jardín trasero. Tampoco planeaba construir nada, ya lo había hecho durante varios años y de seguido. Tenía que ser algo original, algo que Finlandia no pudiera olvidar en su larga vida. Ella lo hacía parecer tan fácil y sin embargo, la sueca no conseguía tener una escueta idea.
Evidentemente no le quedaba de otra que pedir ayuda. Pero ¿a quién? Pensó en las tres opciones más allegadas a ellos dos.
Islandia seguramente le diría que le comprara algún teléfono móvil, alguna consola o algo que estuviera de moda en los jóvenes. Descartada. Además la adolescente solía estar demasiado encapsulado con su propio móvil como para prestarle atención requerida.
La segunda opción era Noruega. No tenían la mejor relación pero de vez en cuando podía confiar en ella, sobre todo para burlarse de la danesa. Era por ello que hablar con ella no era una opción. Podía ya escuchar el sarcasmo de la noruega. No, no era lo que necesitaba.
Con ellas dos descartadas, sólo le quedaba Dinamarca. Su orgullo le decía que no, que prefería rodar por una serie de escalones antes de pedirle ayuda. Pero era ella quien siempre tenía las ideas originales y extravagantes, que era lo que precisamente requería. Pedirle consejo iba en contra de su naturaleza.
Si iba hacerlo, primero iba a tomar un poco de vodka. Al menos así podía justificar que recurriera a ella: Estaba asquerosamente ebrio. Culparle al alcohol era una excusa infalible, pensó.
Finalmente le envió un mensaje a la danesa.
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Necesito de tu ayuda.
La mujer estuvo contemplando un largo rato la pantalla de su móvil. ¿Lo hacía o no lo hacía? Cerró los ojos y finalmente pulsó el botón enviar. No habían pasado siquiera minutos y ya comenzaba a arrepentirse. Respiró profundamente, esperaba estar equivocada.
Por su lado, Dinamarca no dejaba de leer el mensaje. Una y otra vez la releía en voz alta antes de echarse a reír con ganas, lo que fastidió a la noruega. Las dos se hallaban realizando las compras para la cena de esa noche en su casa.
-¿Podrías no avergonzarme por una vez en tu vida? -le pidió Noruega mientras que aceleraba el paso con el corrito, para que la gente no supiera que la danesa le acompañaba. ¿Cuándo iba a aprender que salir con ella era mala idea? Pero su novia siempre ponía unos ojos de cachorro triste que terminaban por convencerla.

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Consejo
FanficNyotalia. Yuri. Suecia pide consejos a Dinamarca para escoger un buen regalo para Finlandia. Sin embargo, la finesa no sería la única en llevarse una sorpresa. NyoSuFin. NyoDenNor.