Oneshot

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Disclaimer: FMA es de Hiromu Arakawa. Las correcciones de Shisain-chan y la imagen que inserté al final es un regalo de SEN.

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¿Feliz Navidad?

Un dolor punzante en el cuello me obliga a detener mi tecleo veloz y a despegar, después de varias horas, los ojos del ordenador. Despacio levanto la cabeza, enderezo un poco la espalda y me llevo las manos al cuello, el masaje alivia un poco la tensión en los músculos. Miro alrededor y me doy cuenta de que la oficina ya está completamente vacía; no es que sea una sorpresa, escuché perfectamente cuando todos comenzaban a despedirse: felicitaciones, risas, regalos, besos y abrazos. Todo lo que intencionalmente quise ignorar.

Guardo el archivo que acabo de escribir y apago el ordenador. A esta hora todos deben estar en sus casas con sus familias y no sería justo que hiciera esperar más al conserje del edificio.

Me disculpo cuando me lo encuentro justo antes de salir

— De nuevo se me hizo tarde.

—No se preocupe señor Elric, mi esposa también dobló turno así que prácticamente llegaremos iguales —me dice sonriente aunque el cansancio claramente se nota en su semblante.

—De todas formas, lo lamento. Siempre le hago pasar por lo mismo.

Cada día, cuando todos cuentan los segundos para salir, yo, tan solo me saturo de trabajo para no pensar. Deseo mantener mi mente ocupada en otras cosas, para hacer mi vida más soportable.

Sin darme cuenta salgo del edificio demasiado a prisa, tanto que, el pobre hombre casi tiene que correr mientras me llama.

—Señor, a mi esposa le gustan mucho sus campañas y me ha repetido hasta el cansancio que le gustaría conocerle ¿Qué le parece si nos acompaña esta noche? Sería una buena oportunidad para que le conozca.

El antisocial y adicto al trabajo, Edward Elric, claro que debió suponer que no tendría a dónde ir.

—Le agradezco mucho la invitación, pero este día acostumbro pasarlo con alguien especial que me espera en casa —mi sonrisa es forzada y de seguro lo nota.

— ¡Oh! En ese caso, deseo que tenga una feliz navidad Señor.

¿Feliz? Soy todo menos eso.

– ¡Gracias! Le deseo lo mismo a usted y a su esposa.

Después de esa incómoda situación, reanudo mi andar lo más rápido que puedo. El hombre no quedó convencido. Él ya trabajaba para la empresa cuando yo inicié y, al igual que los demás, conoce mi historia. Su mirada compasiva tardará en desaparecer de mi cabeza. Y de seguro no sería la única con la que tendría que lidiar si, cuando todos se iban, no hubiese estado fingiendo demasiada concentración en el trabajo.

Camino a prisa por las resbalosas calles. La suave nieve amenaza con volverse más espesa. Todos van apurados por llegar a casa y felicitando a quien se les cruza en el camino. Intento sonreír y corresponder, tampoco quiero ser descortés, aunque por dentro esté gritando.

Las luces de colores en los techos me indican que he llegado a mi parada, bajo del autobús y camino un par de cuadras. Los vecinos ya se encuentran instalados en sus mesas, puedo verlos a través de las ventanas, puedo ver el árbol y escuchar los villancicos. En vano, intento ignorarlos y sacudo la cabeza tratando de avanzar más aprisa para llegar a casa, nuestra casa. Frente a la entrada mis piernas tiemblan y mi corazón se acelera. Aun así, tomo el pomo de la puerta con fuerza, introduzco la llave y me obligo a entrar. Ante la penumbra, respiro profundo para calmarme y subo el interruptor. Todo está hermosamente decorado, la mesa puesta, y la cena, lista y caliente. Recordaré agradecerle más tarde a la muchacha del servicio.

¿Feliz Navidad? *RoyEd*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora