Prólogo

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Subo por la escalera hasta que ya no queda ni una, pienso en lo que voy a hacer, en lo que me llevó a tomar está decisión, él está en mi mente otra vez diciéndome que no sufra, ¿Cómo me puede decir eso? Pero tengo que aceptarlo todo lo que siento por él es mi culpa, no es la suya, yo siempre pongo mi corazón, aunque todos crean que no, aunque todos crean que veo a todos como a mis objetos.

Respiro profundamente, miro hacia abajo, no creí que fuera tan alto, pero la distancia es una muestra de que si algo salé mal tendré más tiempo para pedir perdón por todo lo que he hecho.
Escucho una voz, una voz conocida diciendo mi nombre, regreso a ver, él está ahí mirándome con preocupación, vuelve a decir mi nombre, es una tortura no poder decirle nada, hacer nada, sonrío tristemente y salto, no queda nada más.

Siento la misma adrenalina que sentía cuando besaba sus labios, mi corazón late tan deprisa como cuando sentía su cálida respiración, él era mi maestro, yo era su pañuelo de lágrimas, los dos nos usabamos, ¿por qué cambiarían mis sentimientos?

Cierro los ojos, siento el viento que recorre mi cuerpo y el vacío en la boca de mi estómago. Así, así es como todo debe terminar.

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