Impulso

722 43 11
                                    


Escuchas conversaciones de manera aleatoria dirigidas hacia tu persona, algún que otro coqueteo por miradas femeninas pasan alrededor de ti. Las personas te hablan, te observan y te alaban buscando algún indicio de tu atención, por muy mínimo que sea, todos quieren mantener una insignificante charla contigo. Es de esperarse, eres uno de los líderes de gimnasio más jóvenes en tomar el poder, y eres merecedor de una reputación inigualable, tanto por tu querido abuelo que se encuentra a ciertos metros de distancia conversando con rostros conocidos, como por tus propios méritos que gracias a tu destreza se encuentran registrados como merecedor de un gran título, razones no te faltan para jactarte de tus hazañas.

Sin embargo, nada de eso importa esta noche. A pesar de que te encuentras en una reunión exclusiva para ciertos entrenadores de renombre y un montón de cámaras enfocan tu semblante rígido, no tienes atención nada más que para esa mujer que se encuentra sentada a unos cuantos metros de ti. No es quien tiene el vestido más revelador ni el cuerpo más destacado. Sólo un vestido negro con un ligero escote, que expone elegantemente parte de su generosa anatomía femenina, agregado a unos labios retocados con un suave tono rojo y un cabello tan oscuro como la tierra nutrida adornado hacia un lado con unas flores de porcelana, son suficientes para que tu atención haya estado fijada en esa sola mujer durante toda la velada.

Te ha molestado desde que consolidaron su amistad desde ya hace un buen tiempo. Cuando sólo eran chicos de 11 años. Pero esta vez estás irritado por una razón diferente, su molesta charlatanería se dirige a una persona distinta de quienes conoces íntimamente. Sus hermosos ojos azules tan profundos como el océano, se encuentran admirando a un rostro diferente, sus suaves y níveas manos están siendo contaminadas por un toque desconocido.

Y eso te enerva.

Te duele admitirlo, pero te irrita de sobremanera que todos sus sentidos estén enfocados a alguien que no seas tú, que se atreva a reír con esa estrepitosa sonrisa e irritable sonido que deberían estar enfocados hacia tí. Alguien menciona si tal vez no estas disfrutando de la velada, luego te das cuenta que has estado frunciendo el ceño durante tanto tiempo que pareciese que tu expresión ha quedado marcada con fuego. Niegas con una sonrisa fingida, pero no le puedes quitar la mirada a esa chica, que ahora ha osado permitir que dicho individuo tome su mano con un gesto de coquetería, ella solamente asiente mostrando nuevamente esa sonrisa que muy en lo profundo, te derrite cuando eres tú quien se la entrega.

La observas pedir disculpas y levantarse en dirección de las escaleras. No se te ha escapado a la vista que aquel hombre la observó con interés cuando comenzó a caminar. Sin pensártelo dos veces, la sigues con ímpetu en busca de una explicación. No sabes en que momento comenzaste a correr buscando su presencia, pero la encuentras volviendo desde lo que recuerdas era el cuarto de baño. Ella se sorprende al encontrarte en aquel pasillo, cuyas luces no alcanzan a despejar el velo nocturno, y notas un ligero nerviosismo en el cuerpo de la mujer quien ha robado tu atención de la manera más incorrecta.

- El cuarto de baño de hombres está al otro lado. - Afirma sonriendo, pensando que tu razón por la que te encuentras en aquel lugar fue simple torpeza. -

- Sé dónde está el baño. - Respondes con más molestia de la que habías pensado, ella te observa perpleja. -

- ¿Entonces por qué estás aquí? - Se detiene por un instante - ¿Me estás siguiendo?

- ¿Desde cuándo Lance y tú se han vuelto tan íntimos para que permitas que te toque con tanta familiaridad?

- Y-Yo... - Ella no da crédito, sus palabras se oyen resentidas, su cuerpo a pesar de no observarlo con detalle por la oscuridad de la noche, le parece algo rígido. - Hemos encontrado un interesante punto en común. - Concluye con naturalidad, aunque discreta. Green parece mucho más irritado que en otras oportunidades. - Sólo tomó mi mano por mera curiosidad.

Impulso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora